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domingo, 21 de septiembre de 2014

Luz de otoño para la Amargura


La última luz del verano en Sevilla está en San Juan de la Palma. Es una tradición reciente, desde 1960, cuando la Amargura se sitúa en el camarín y un rayo de luz ilumina su rostro durante pocos minutos.

Una luz se adentra desde la nave del Evangelio cuando el sol cae, recorriendo el retablo mayor hasta alcanzar a la Amargura. Sucede pasadas las siete y media de la tarde, el camarín se apaga con la luz artificial para ser iluminado por la luz natural. A pesar de ser un día inestable, el sol quiso estar de nuevo, como ocurre desde hace más de medio siglo el 19 de septiembre, día de San Genaro, con la Amargura.

Un acontecimiento que cada vez aglutina a más personas. Desde la apertura del templo a las siete de la tarde, ya había personas ocupando los bancos a la espera de captar y ver ese momento, la única vez que la luz ilumina el rostro de la Virgen en el año. Tan solo se recuerda ese instante en el Jueves Santo 1945, en 1979 con las bodas de plata de la coronación o en la salida extraordinaria del cincuentenario de la coronación en 2004. 

Pocas oportunidades más de disfrutar de ese instante. También ocurre en el mes de marzo pero es una fecha en la que la Virgen suele estar ya entronizada en su paso de palio. 

Mientras llegaba el momento, de fondo, se rezaba el Rosario hasta que la luz se pierde por la corona de la Virgen. Un momento especial y cada vez menos íntimo pero que lo sigue siendo al no tener un poder de convocatoria oficial. 

Un hecho que sucede al mismo tiempo en la Catedral de Nápoles, cuando la sangre del santo se vuelve líquida. El verano se despide en Sevilla por San Juan de la Palma, como no podía ser de otra forma que dando luz a la Amargura.










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