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lunes, 15 de septiembre de 2014

Uno de los baluartes de las cofradías de los años 20


El primer tercio del siglo pasado fue un periodo de la historia de la Semana Santa que se vivió de manera dispar. La inestabilidad predominó en las dos primeras décadas, el esplendor se caracterizó en los ‘felices’ años veinte y la destrucción y desolación se adueñaron del decenio de los treinta. En esa época a la que se alude, la Semana Mayor se mantenía gracias al tesón y empeño de un puñado de entusiastas cofrades, vinculados predominantemente al ramo de la construcción, al comercio o al mundo de los negocios, entre otras actividades profesionales. Una figura destacada del procesionismo malacitano de ese tiempo fue Francisco de Asís Cabrera Anaya.

Sus padres fueron Julio Cabrera García y Antonia Anaya Díaz, quienes se desposaron a finales de los setenta de la centuria decimonónica, posiblemente en la iglesia parroquial de los Santos Mártires. El matrimonio fijó su residencia en el número 16 de la calle Pozos Dulces. El cabeza de familia se ganaba la vida ejerciendo el oficio de sombrerero. La pareja procreó dos hijos: el primero, Enrique Eduardo, que vino al mundo en 1880; y el segundo, Francisco de Asís, que llegó en 1882. Los dos vástagos recibieron las aguas del bautismo en los Santos Mártires, al pertenecer su domicilio a este ámbito parroquial. A primeros del siglo XX, los Cabrera-Anaya habían cambiado de domicilio, fijándolo en el número 16 de la calle Nosquera.

El joven Francisco de Asís contrajo nupcias con Dolores Orellana Gutiérrez en fecha desconocida, aunque para 1914 ya convivían en un piso de la calle Nosquera, por el que pagaban 420 pesetas mensuales de alquiler. La actividad laboral que, primeramente, ejerció fue la de joyero artesano, teniendo el taller en la céntrica calle de Santa Lucía. Dada la escasa rentabilidad del negocio, abandonó este empleo por el de agente de «Pompas Fúnebres», según cuenta su nieto José Luis Cabrera Bueno. Este cambio se debió a la amistad existente con la familia Alfaro, quien regentaba una funeraria en la calle Muro de San Julián, esquina con Nosquera, frente a la iglesia-hospital de San Julián. Por tanto, Francisco de Asís y su hermano Enrique situaron el establecimiento en el número 18 de la citada calle Santa Lucía.

El matrimonio Cabrera-Orellana continuaba residiendo en la misma calle Nosquera entre 1919 y 1920. En cuanto a la descendencia, tuvieron cuatro hijos: Julio, Manuel, Francisca y Francisco, todos ellos naturales de Málaga.

Misericordia

Francisco de Asís se involucró activamente en las «Hermandades fusionadas de Nuestro Padre Jesús de Azotes y Columna, Santa Vera-Cruz y Sangre y Animas de los Ciegos», puesto que para 1913 ya ejercía como albacea segundo de la misma, en la junta de gobierno que, por entonces, presidía su hermano Enrique Eduardo, quien detentaría dicho cargo entre los años 1912 a 1914. Bajo este mandato se llevó a cabo, en 1913, el segundo proceso de unificación, el de la Hermandad de la Exaltación con las Cofradías de la Vera Cruz, Ánimas de Ciegos y Azotes y Columna, que se habían unido en 1891. La reunión para definir los acuerdos que se tomaron al respecto, tuvo lugar el 9 de mayo de 1913 en la casa de Francisco de Asís Cabrera, quien puso a disposición de los cofrades fusionados su domicilio particular, costumbre ésta muy frecuente en centurias precedentes.


Entre 1914 y 1916, los hermanos Cabrera abandonaron las Fusionadas y pasaron a integrarse en la Cofradía de la Misericordia. Se desconocen los motivos que condujeron al ingreso en la corporación penitencial del popular barrio de El Perchel. Para 1916, ya formaban parte de la directiva presidida por Francisco Fernández López. Francisco de Asís de albacea segundo y Enrique de vocal tercero.

En el cabildo general extraordinario celebrado el 20 de agosto de 1916, Francisco de Asís era designado albacea-cobrador y su hermano vocal primero. Según los estatutos, aprobados unas semanas antes, contemplaban que el albacea estaba «obligado a atender y ordenar lo conveniente para que se cumplan en todas sus partes los compromisos que la hermandad tiene contraídos y en el Entierro de los hermanos, siendo también de su cargo el cuidar del Panteón, teniendo en su poder la llave». Al cobrador, por su parte, le correspondía «hacer efectivos los derechos de entrada, las citaciones para los Cabildos, Juntas y funciones religiosas, y en justa retribución de su trabajo percibirá el diez por ciento de toda la cantidad que cobre, cinco pesetas por la diligencia de cada entierro, dos pesetas cincuenta céntimos para llevar el guión en los actos públicos y otras dos pesetas cincuenta céntimos por exhumación».

Este cargo podría recaer en el albacea, como así fue en esta ocasión. Es presumible que la aceptación de ambos oficios estuviese, de alguna manera, vinculada con su actividad profesional, la anteriormente referida de agente de Pompas Fúnebres.

Jesús de la Misericordia

El 16 de mayo de 1917, Francisco de Asís Cabrera Anaya fue elegido hermano mayor. Con su designación, se dio un impulso a las salidas procesionales de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia. En la de 1918 intervendría, junto a Leopoldo Brito Barranco, de «mayordomo de orden». Se salió a las ocho de la noche de la parroquia del Carmen con la imagen del Nazareno acompañada de la Virgen de los Dolores, cotitular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Buena Muerte que radicaba en la misma sede canónica.

Francisco de Asís también actuó de tesorero en la junta de oficiales de dicha fraternidad, posteriormente absorbida por la Cofradía de la Misericordia. Este cargo lo asumió en el cabido general extraordinario celebrado el día 2 de diciembre de 1920 y en la misma directiva su esposa Dolores Orellana Gutiérrez juró como camarera.

Unos meses antes de tales designaciones, la Cofradía de la Misericordia elegía una nueva directiva, en la que él quedaba ratificado en el cargo y designado, además, «Camarero del Señor», así como su mujer «Camarera de la Virgen».


Con el fin de recaudar fondos para atender los proyectos procesionales pendientes, la junta que él presidía solicitó del Consistorio un aumento del donativo obtenido con motivo de la corrida de toros del 12 de septiembre de 1920.

Asistió como hermano mayor de la Misericordia a la reunión fundacional de la Agrupación de Cofradías el 21 de enero de 1921. Dentro de sus intervenciones más sonadas en las asambleas agrupacionistas, se recuerda la del 28 de abril de 1922. En ella, Francisco de Asís Cabrera fue el único asistente que se opuso a la propuesta presentada por Esteban Pérez-Bryan Souvirón, de la Congregación de Mena, concerniente «a que las representaciones de las Cofradías en la Agrupación estén integradas por tres hermanos de cada una de ellas, de los cuales uno de ellos podrá o no ser el Hermano Mayor».

Como representante máximo de la Misericordia, debió participar en los desfiles del titular de la Agrupación, el Santísimo Cristo Resucitado, presididos entonces por la valiosa imagen dieciochesca, propiedad de las religiosas Bernardas, a la que solía revestirse con un sudario blanco.

Más adelante, en 1923, fue nombrado secretario de la entidad que, por esos años, tenía su sede administrativa en la Alameda Principal. El cargo lo desempeñó hasta el 23 de mayo de 1924, en que quedó formada una nueva junta de gobierno, presidida por Antonio Baena Gómez.

Durante las procesiones realizadas por la Cofradía de la Misericordia en los años veinte, ocupó los puestos de «bastonero ambulante», «mayordomo ambulante» y «mayordomo general», entre otros.

La prensa local del año 1924, le dedicaba unas sentidas palabras de reconocimiento: «Nuestra felicitación a los organizadores y muy especialmente al señor Cabrera, Hermano Mayor, que con una constancia sin límites trabajó para conseguir resultado tan altamente satisfactorio».

Su mandato finalizó en 1928, tras once años de intensa labor al frente de una institución que dejaba bien posicionada en el panorama semanasantero.

Cena

Las causas de su incorporación en las filas de la Hermandad de la Sagrada Cena, establecida en el Santuario (hoy día Basílica) de Santa María de la Victoria, se desconocen al carecerse de la pertinente documentación. Su llegada debió producirse entre 1929 y 1930, coincidiendo con cierta inestabilidad corporativa. La situación se hallaba planteada del siguiente modo: en 1929, era hermano mayor interino Benito Urbistondo Carretero, quien antes había estado vinculado a la Cofradía de la Misericordia, justamente bajo el mandato de Francisco de Asís Cabrera; y en 1930, ejercía de hermano mayor en funciones, el vocal Miguel Luque Paredes, fundador y primer hermano mayor.

Quizás, y por la razón que se muestra, los hermanos de la Cena lo consideraran la persona más adecuada para que asumiera la dirección de la cofradía tras la Semana Santa de 1931, al contar en su haber con un experimentado bagaje. Tampoco puede desecharse la teoría de que Urbistondo Carretero fuese uno de sus valedores y defensores para que se le reconociera como hermano mayor.

La ‘Quema de Conventos’ del año 31 y la posterior suspensión de los cortejos durante el trienio 1932-1934, le impidieron ver procesionar al Señor de la Sagrada Cena, escultura del artista valenciano Pío Mollar Franch. En 1935, y tras cuatro años de espera, Francisco de Asís Cabrera Anaya realizaba la deseada y ansiada procesión en el último año de su mandato. Desde el barrio de la Victoria partía la comitiva en la jornada del Jueves Santo 18 de abril.

A partir de 1936, se pierde todo rastro de este entusiasta cofrade, quizás debido al cansancio acumulado tras veinticuatro años de intensa actividad cofrade. Se sabe que, en 1945, y cuando contaba con 63 años, residía en el número 6 de la calle Nosquera (en la parte estrecha que conectaba con la de Mosquera y Comedias), junto a su esposa y tres de sus cuatro hijos: Julio, Manuel y Francisca.

Con estas líneas, el lector podrá darse cuenta de la importante labor acometida por Francisco de Asís Cabrera Anaya, quien, con su firme compromiso, se convirtió en uno de los baluartes de la Semana Santa malagueña de los años 20 y 30 del pasado siglo.










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