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sábado, 1 de noviembre de 2014

De Cerca con Luis M. Carrión "Curro": "Me ofrecieron el martillo de Las Angustias"


Blas Jesús Muñoz. Pasar un rato, fuera de ensayos o salidas procesionales, con Luis Miguel Carrión, mi capataz, siempre es un privilegio y ayuda a entender perfectamente la dimensión íntegra que va mucho más allá del capataz.

Además, como capataz ha demostrado a lo largo de su trayectoria un afán infatigable por observar y seguir evolucionando, hasta haber llegado a ser el referente, a nivel cuantitativo y cualitativo, de aquellos que visten el terno negro.

Su visión madura y pausada, no solo del mundo de abajo, sino de la Semana Santa en su amplitud, nos llevó a Guillermo y a un servidor a entrevistarnos con él hace prácticamente un día. Sentados en una esquina del Café Málaga, hay a quien pudiera parecerle un sacrilegio hablar de cofradías allí. Sin embargo, en ese mismo lugar hace unos años, en una entrevista para la revista Córdoba Cofrade, Curro dio una de las mejores explicaciones a lo que es la esencia de un verdadero costalero, al explicar qué es el veneno.

Y de eso y de la actualidad del mundo del costalero y de las cofradías en general nos habló en un rato de charla que, con él, siempre adquiere un mayor valor. Disfruten.


Pregunta (P): Hace unos meses recibiste un homenaje, que me consta fue inesperado, por parte de la Hermandad del Huerto por tus 25 años como capataz de la Virgen de la Candelaria ¿Cómo lo recuerdas?

Respuesta (R): Para mí fue muy bonito porque estuve rodeado por muchos amigos de las cofradías con las que estoy vinculado. Principalmente, el cariño con que organizaron este evento. Y muy satisfecho de que mi familia se sintiese muy orgullosa de lo que soy. 

(P): Son más de dos décadas al frente de cuadrillas como las de la propia Candelaria, Cristo de Gracia y Sepulcro ¿Cómo valoras la evolución en el mundo de abajo, desde esa época hasta hoy?

(R): Ha habido una evolución vertiginosa tanto en lo técnico como en lo humano. Ha ido creciendo conforme lo ha ido haciendo la Semana Santa de Córdoba. Siempre digo lo mismo, ningún tiempo pasado fue mejor, pero recuerdo con mucho cariño aquellas primeras cuadrillas en las que -a lo mejor- se carecía de técnica o de esa que hoy en día sobra. Pero se suplía con más corazón y entrega que actualmente. No quiero decir que hoy no haya entrega, pero en una cuadrilla pelá y mondá como teníamos antes, la capacidad de sacrificio era mayor.

También, el concepto de pasear las cofradías de hoy es totalmente distinto a aquellos años. Antes había que lucirse en los sitios más emblemáticos solamente. Había que salir y entrar. Aquella poca gente se suplía con una capacidad de sacrificio desmesurada...

(P) Guillermo Rodríguez: Pero se te nota un puntito de nostalgia. Quizá, te estás haciendo un poco mayor...:

(R): (Risas). La madurez también se nota. Añoro aquel tipo de cuadrillas porque éramos como una especie de familia. Y hoy tienes muchísima gente y, quizá, hay menos roce humano. Añoro mucho aquellos años.

(P): ¿Cómo recuerdas la relación con Manolo Santiago?

(R): Marcó un antes y un después en mi trayectoria como capataz. Tener la suerte de haber trabajado con uno de los mejores capataces que ha dado la ciudad de Sevilla es muy importante tanto a nivel personal como capataz. Haber tenido como amigo a Manolo Santiago es una suerte. Y seguir manteniendo ese vínculo con la Familia Santiago es un enorme privilegio. Cada vez que hemos podido contar con esa familia en Córdoba, ellos sin dudarlo han venido.

Tú sabes la relación tan especial que tenemos con ellos en el Sepulcro. A Antonio no vamos a descubrirlo es un referente dentro de la Semana Santa y, en concreto, con el mundo de abajo. Y tener la suerte de haber contado en los ´90 con Manolo Santiago en aquellas dos salidas del Señor del Perdón, para los que las vivimos fue muy importante.

(P): Si tuvieras que quedarte con tres capataces...

(R): Te los podría englobar en dos secciones. Una sería, en quienes han sido mi referente en Córdoba. Uno fue mi maestro, el que me sacó con trece años, Paco Cantillo; un espejo donde todos nos hemos mirado han sido nuestros maestros, Rafael Sáez, Rafael Muñoz, Ignacio -Torronteras-, Pepe Fernández.

En otro grupo, Manolo Santiago y su hijo Antonio.

(P): Un capataz que no te guste.

(R): Todo aquel que quiera ser más protagonista que lo que va encima. 

(P): ¿Con qué te quedarías de la Semana Santa de ahora y qué quitarías?

(R): Me quedaría con que ahora las cofradías están más arropadas de público que para eso salimos, para que nos vea el pueblo y cumplan con su misión que es hacer una catequesis plástica en la calle y demostrar nuestra fe.

Lo que menos me gusta es que, a la misma vez que la gente arropa a las cofradías en la calle, también supiera comprender el esfuerzo que las cofradías pretenden hacer en la calle.

(P): En algunos momentos de tu trayectoria como capataz ha habido críticas, cómo los has vivido.

(R). Siempre hemos estado al servicio de las hermandades, nunca hemos buscado protagonismo. La Semana Santa ha ido creciendo y todo lo que hay a su alrededor ha crecido. Tienes que aceptar las críticas, pero cuando han sido tan desmesuradas y sin base alguna, porque jamás me he ofrecido a ninguna cofradía para sacar un paso (o tantas y tantas cosas que se hablaban), te preguntas ¿qué sentido tiene esto? Me encantan las cofradías, pero mi vida tiene otros complementos mucho más importantes.

Lógicamente, no puedo concebir mi vida sin las cofradías. Pero me decía que detrás mía había un grupo muy importante de gente que lo dan todo por lo que estamos haciendo, que creemos en lo que estamos haciendo y sacar la lengua de paseo, sin objetividad alguna, te dolía. Y tuve un momento de crisis en que pensé en abandonar. Lo pasé mal y pensaba que si lo hacíamos tan mal nos íbamos y que lo hicieran otros. Y es verdad que una conversación con un gran amigo común me hizo reflexionar y pensar, ya se cansarán.

(P): Si tuvieras que quedarte con un momento de los que has vivido como capataz.

(R): Son muchos momentos en tantos años, pero te voy a destacar dos. Los Viernes Santo, cuando la cuadrilla baja del palio del Desconsuelo sale del último relevo en el Correo, y costalero por costalero salen del paso y te dan un beso despidiéndose de ti y dándote las gracias, te sientes muy realizado. Te das cuenta que toda la semana ha ido bien, que la gente ha disfrutado y te sientes como un padre.

Otro momento que me marcó mucho fue en la magna con el paso del Sepulcro, subiendo por Blanco Belmonte. Antonio Santiago viendo el momento que se estaba viviendo, empezó a hablarle a los costaleros, surgió del corazón un Padre Nuestro como cuarenta años atrás le pasó a su padre por la calle Placentines con las Penas. Vi llorar a gente en la acera, rezar y me dije, esto es grande, tiene verdad. Su padre decía "que salgan las imágenes a la calle para que el que no las ve en las iglesias le rece desde las aceras".

(P): También dijo que todos los llamadores tienen una serpiente y tienes que tener mucho cuidado de que no te pique...

(R): Desgraciadamente pica. Es triste. Eso se lo dijo Manolo a Ernesto Sanguino la primera vez que fue a tocar el llamador de la Paz.

Desgraciadamente muchas veces pica y duele. Creo que la fidelidad es muy importante en todo esto. No sé si será la erótica del traje negro, como dice un gran amigo mío, el afán de protagonismo. No lo sé. Hay que tener cuidado con el llamador. Y a fin de cuentas esto es muy efímero. 

Creerse alguien por ser capataz... A fin de cuentas, cuelgas el traje en el armario y eres un currito en tu vida y en tu trabajo.

(P): Decía Antonio Santiago en una entrevista que se mandan los pasos desde fuera, no desde dentro ¿Opinas igual?

(R): Sí. Los pasos se mandan desde fuera, respetando el estilo de cada cofradía porque eso no lo va a decidir el capataz. Yo no lo haría porque soy de una escuela muy concreta y considero que el costalero va ciego y que los únicos protagonistas que tenemos son los que van encima. Y es verdad que hoy en día hay costaleros que tienen más protagonismo hasta que el Señor, desgraciadamente.

Los pasos andan igual que ensayan, usted limítese a obedecer que el que está fuera es el que ve.

(P) (Guillermo Rodríguez): Porque lo que no se ensaya no se hace en la calle...

(R): No se debe (risas), no se debe...

(P): Ha habido este año movimientos en cuanto a los titulares de algún que otro martillo ¿Has recibido algún ofrecimiento?

(R): Sí. Las Angustias. Lo agradezco, pero mi fidelidad hacia la Hermandad del Cristo de Gracia está por encima de todo. 

Me ofrecieron otra cofradía, (el Calvario), pero no le he dado importancia porque fue una llamada telefónica y saco dos cofradías el Miércoles Santo. Además, los capataces que estaban al frente de esa cofradía son amigos míos y la amistad está por encima de todo.

(P) Guillermo Rodríguez: ¿No crees que algunas cofradías están haciendo una especie de casting para buscar capataz incluyendo a candidatos con estilos muy distintos?.

(R): Creo que son palos de ciego. Por ponerte un ejemplo, no me imagino a la Hermandad de los Panaderos llamando a Antonio Santiago porque son estilos contrapuestos, o que a los Villanueva los llamaran de San Benito. 

Es dar palos de ciego. Si tu vas a por un capataz es porque tienes un estilo definido. En el caso de San Lorenzo creo que se debe a la situación y a que mucha gente ha dicho que no.

(P): ¿Hay alguna cofradía que te hubiese gustado sacar?

(R): Sí, Los Dolores. Sigo yendo a ver Virgen de los Dolores por la devoción que siento y me transmitió mi abuela. Son pasos que te gustaría mandar. No quiero decir que me llamen.

(P): ¿Como costalero?

(R): Lo que he querido sacar lo he sacado. Siempre te quedaría la espinita de sacar cosas que son inombrables porque es imposible.

(P): ¿Dentro de 20 años te ves de capataz?

(R): Hace unos años en una entrevista dije que a mí me gustaría morir con las botas puestas. O verme como Rafael Muñoz que, aunque un ratito con su hijo, estaba al frente de si Virgen de la Paz. O como Rafael Sáez. Creo que al final el tiempo da y quita. 

No sé si dentro de algunos años seguiremos mandando tantas cofradías, depende de como siga evolucionando este mundo. No sé si será todo más selectivo y nos quedemos con sota, caballo y rey. De momento, ni me lo planteo.

(P) ¿Qué futuro le auguras al mundo de abajo?

(R): Siempre que los que estemos al frente sepamos inculcar lo verdaderamente importante creo que tendremos futuro. Si no sabemos educar, se desvirtuará.



(P) Guillermo Rodríguez: ¿Qué es lo verdaderamente importante?

(R): Saber que somos hombres de fe. No todo el mundo está capacitado para hacer este trabajo, por muy devoto y hermano que seas. Independientemente de la capacidad de sacrificio o de la técnica, se requieren muchas dotes de fe. En el arte efímero que realizamos hay una connotación muy importante de sentimientos. Esto no es un deporte sacro. 

(P): ¿Crees que la crítica a costaleros o músicos en relación al escaso número de nazarenos es injusta, interesada?

(R): Habría que plantearse el por qué. Creo que habría que analizar por qué hay cofradías con 100 nazarenos y con 80 debajo del paso o por qué en unos cultos hay 20 hermanos y viendo un ensayo hay 200 personas ¿Nos estamos excediendo en el folclore que hay alrededor de una cofradía? Sí. 

Faltan muchas manos arrugadas en los cortejos. O ese lazo de unión que te lleva a coger la túnica cuando dejas de ser costalero.

(P): Hay un gran auge de las redes sociales, cómo lo valoras.

(R): Sigo pensando que lo mucho harta. A mi me gustan más las cosas en su momento, en su tiempo. Creo que las redes sociales han beneficiado mucho, pero producen un poco de hartazgo. Me gusta decir que el tarro de las esencias hay que abrirlo muy de vez en cuando.

Es verdad que, hoy en día, metes un petardo y con las redes sociales lo ven hasta en Filipinas (risas). Me gusta que la gente hable a la cara. Por ejemplo, en esta entrevista estamos hablado los tres, distendidos. Pero hoy en día con los chats se han perdido hasta las conversaciones. A la sociedad le hace falta más comunicación personal.

(P): ¿Qué opinas de Gente de Paz?

(R): Os sigo desde que me lo dijo Fernando Blancas. Y no sigo mucho de esto, pero me he aficionado. Escribís noticias y artículos interesantes. Y, sobre todo, los artículos de opinión son muy importantes, le duelan a quien le duelan. Creo que vosotros habéis marcado un antes y un después a la hora de dar información.

Creo que dar opinión es importante y que no sea siempre la de los mismos, sino valorar la de muchos. Tratándose del grupo vuestro me gusta, me encanta y hay una seriedad. Lógicamente, nunca llueve al gusto de todos, pero digo lo mismo que cuando a nosotros nos criticaban tanto, las críticas hay que asumirlas y, el que no las acepte ya sabe lo que tiene que hacer.

(P): Hemos hablado muchas veces del veneno que tiene que tener el costalero...

(R): Los que hemos tenido la suerte de vivirlo sabemos que son momentos inexplicables que no sabes cuando van a surgir. El arte, el pellizco, el duende... el Arte Efímero. Son cosas que solo se viven en el lugar y en ese momento. Y no se pueden grabar porque solo lo captan quienes lo viven. Y le das las gracias al de arriba. Es la esencia de esto.

(P): ¿Qué retos te quedan?

(R): No me marco ninguno. Que las cofradías sigan contando conmigo. Que para la gente que sigue confiando en mí, año tras año, siga siendo su espejo. Y la satisfacción de mandar cada año en Semana Santa a 700 hombres es mi mayor reto. Y que esa llama que hace mucho tiempo se prendió, cuando era niño, no se apague nunca.

(P): Hay un lugar que pertenece a la geografía de la ciudad que es La Trabajadera, ahora Casa Curro, cómo llega ese cambio.

(R): Creo que como todo en la vida hay que renovarse o morir. No ha sido un cambio radical. Mi impronta está, pero quería romper un poco ese lastre de que aquello es solo para cofrades. Va a seguir siendo La Trabajadera.

(P): ¿Sigue la Tertulia?

(R): Sí. Creo que es fundamental. Forma parte de la historia de esas cuatro paredes.

Hemos sido pioneros en muchas cosas en Córdoba de cara a revolucionar el mundo de la Semana Santa. Ciclos de conferencias, carteles, certámenes de bandas. No sé los objetivos que se marcará la tertulia. 

(P): Cuando el Viernes Santo el Diputado Mayor de Gobierno de la Hermandad del Sepulcro dice que ha acabado la estación de penitencia, ¿qué sientes?.

(R): Una satisfacción enorme. Se te queda un gran vacío, porque los que vivimos tan intensamente la Semana Santa -cuando acaba- la semana siguiente te pega un bajón el cuerpo. Se nos queda un gran sabor de boca tanto a mi como creo que al equipo.

Me gusta tener una conversación muy íntima con la Virgen y darle gracias por darnos un año más salud para seguir al frente de las hermandades.












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