Suspira el querubín por los amigos que se fueron de su vera para descender a los infiernos. Pero no los ve como ángeles caídos, sino como ausentes.
Unos se fueron por decir NO cuando nadie lo esperaba y todos creían que el ansia de protagonismo los perdería. Otros por hacer las cosas bien en la misma cara de los que lo hacen mal.
Otros, los favoritos del querubín, por escribir en Gente de Paz libremente, son el objeto del peor deseo de algún hermano mayor, de algún capataz o de quien protegido por una sotana no deja de preguntar por situaciones personales de los redactores.
Tranquilos suspira el Ángel, que los últimos serán los primeros.
Joaquín de Sierra i Fabra
