La Semana Santa actual es el resultado del cúmulo de aciertos y errores del pasado. Uno de ellos fue el que cometió en su día El Museo que deshizo su sobrecogedor Stabat Mater para sacar un segundo paso. Algo que hoy vemos normal y hermoso, acabó con una composición por encima de lo normal (el giro inverso de las miradas de las imágenes era una de las escenas más conseguidas de la historia de la Semana Santa) y por encima de lo hermoso.
El Cerro quiere, con un cabildo el 7 de noviembre, dar el banderazo de salida al tercer paso. Saldrá que sí. Como Artur Mas hace en Cataluña, el hermano mayor José de Anca apelará a los sentimientos, al corazón, al orgullo cerrista para que los hermanos le respalden y conviertan la cofradía de dos pasos en una de tres, sacando así al Nazareno que regaló Juan Manuel Miñarro hace solo 10 años. ¿Será un acierto o un error?
El Cerro con tres pasos va a ser una cofradía distinta a la actual que ha alcanzado un nivel de perfección envidiable. La última que se estiró dos veces a si misma, las Siete Palabras, no lo hizo con demasiada fortuna. Lo que ocurre es que hoy nos hemos acostumbrado a un cortejo que ha dado muchos bandazos pero que no termina de cuajar en un modelo de cofradía
Es de imaginar que si El Cerro aprueba el nuevo paso haya algo más que un interés metafísico por sacar una Imagen tan nueva. Se supone que se esgrimirán motivos pastorales y de oportunidad, que se contará con el visto bueno de la Delegación Diocesana de Hermandades, con la aceptación del Consejo - que algo tendrá que decir- y también con la opinión del Martes Santo, apretado como una faja, en el que hay hermandades que no ven viable el encaje, aunque públicamente digan lo contrario. Dos días antes del 9 N catalán, el 7 N se verá si El Cerro vota con el corazón o lo hace con la cabeza.