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jueves, 23 de octubre de 2014

Sendero de Sueños, Sendero de Luz


Poco puedo decir de la salida de Nuestra Señora de la Paz que no se haya dicho ya en Gente de Paz por mis compañeros en sus artículos. Poco puedo añadir, pero sí detenerme en un momento, en ese preciso instante que, para unos quedará como una simple anécdota del día; para otros, como un acto de no saber hacer las cosas; para mí... fue una señal. Me refiero al momento en el que la presea de plata tuvo que ser sustituida por la dorada. ¡Bendita casualidad!

La plata, aunque reluzca, no lo hace como el color del oro; por eso, Ella, que ese día quería relucir más que el sol, quiso frente a todos, barrer de un plumazo la oscuridad que había tenido alrededor y abrir de nuevo, un camino de luz, un camino de esperanza. Quiso aparecer como se la describe en el Apocalipsis, vestida de sol.

El pasado sábado fue el día en el que las tinieblas se disiparon y quedó un sendero iluminado por un rayo de esperanza que, estoy segura que recorrerá con humildad la persona a la que le corresponde para hallar la ansiada paz. Ese será el Sendero de Sueños.

Fue un día de reencuentros... Todos estuvimos allí, todos juntos, pues la barrera que nos separaba, ha comenzado a derrumbarse. Y desde aquí le digo, señor de la vara dorada: deshágase de todo aquello que haga que ese muro no se destruya por completo. Le hará mal. Ya está demostrado.

El sábado, fue el día de la luz... esa luz tan necesaria a su alrededor. Esa luz que fueron apagando poco a poco, aunque alguno crea que se recuperó con los cristales de Swarovski que, a día de hoy, sólo sirve para que se vanaglorie alguien ante los ojos de aquellos que tocaban las palmas alrededor.

Pido luz, siempre luz a su lado. Esa luz de esperanza que brotaban de los corazones de aquellos que esperaban con paciencia que el Sendero de Sueños se llenara de Paz y de Humildad.

Raquel Medina









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