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viernes, 28 de noviembre de 2014

Verde Esperanza: A la Córdoba cofrade no le hace falta traje de luces


He leído muchas opiniones contrarias a la designación del torero Finito de Córdoba como pregonero de la Semana Santa cordobesa de 2015, incluso algún ataque velado a su persona. Si esperan un texto en esa línea, están equivocados. La tauromaquia me da bastante igual, respeto a quien le guste pero a mí nunca me ha llamado la atención. De hecho tampoco me voy a centrar en la adecuación o inadecuación de la elección del pregonero. Sólo diré al respecto que para ésta deberían ser prioritarios factores como una trayectoria cofrade reseñable, una vinculación lo más directa posible con el mundo de las Hermandades y el hecho de ser una figura en la que el pueblo -cofrade- se vea reflejado y representado.


Pero como decía anteriormente, no quiero que el artículo camine en esa dirección. Me resulta más interesante (también de cara al lector) darle la vuelta al calcetín, y en lugar de dirigir la mirada al ejemplo concreto, hacerlo hacia lo general. Tomar el todo por la parte y no viceversa.


Hay una serie de cuestiones, entre la que se encuentra el tema de moda del mes en la ciudad califal, que me llevan a pensar que la Córdoba Cofrade se está poniendo el traje de luces en demasiadas ocasiones. Esto lo digo desde la perspectiva que me aporta la lejanía, tanto física como metafísica. Dos Magnas en dos años, extraordinarias varias, Hermandades realizando actuaciones estrambóticas, proliferación desmedida de Pro-Hermandades, lo de la Carrera Oficial por la Catedral, procesos electorales dudosos, cambios de bandas “rarillos”, designaciones de pregoneros por el mero hecho de ser mediáticos... Excesos, cuando no extralimitaciones.

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Hay una tendencia mayoritaria en Andalucía (y ya también fuera de ella) a sevillanizarse, pero fijándose en aspectos cuestionables, a pesar de la gran cantidad de cosas positivas que podrían servir de ejemplo. Es decir, se han importado aspectos negativos -a mi parecer- como la explotación de las salidas extraordinarias o las actuaciones "raras" del consejo de Hermandades y Cofradías. El motivo, quizá sea llamar la atención o sea demostrar no sé qué cosas, o quizá no exista una razón y sea por simple desconocimiento de causa, pero lo cierto es que a Córdoba le sienta fatal esto de ponerse el traje de luces con tanta frecuencia.

Con diferencia, lo que más me molesta es que a la Córdoba Cofrade no le hace falta ningún traje de luces para brillar con luz propia. Yo me cautivé de Ella de la forma más sencilla posible: conociéndola tal y como es. Y es que verdaderamente cuando la Semana Santa cordobesa brilla con luz propia es en la Cuesta del Bailío el Domingo de Ramos, con los dulces acordes de la Banda de Cornetas de la Coronación de Espinas el Lunes Santo tras su imponente misterio, el enorme galeón del Señor de la Humildad y Paciencia, con el estilo cordobés del paso del Caído o con la sobriedad y recogimiento de la Hermandad del Remedio de Ánimas. Esa es la Córdoba Cofrade de la que me enamoré, y no de la de grana y oro...

José Barea




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