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domingo, 21 de diciembre de 2014

Candelabro de cola: Una grave amenaza se cierne sobre los cofrades



            Una grave amenaza se cierne sobre nosotros, los cofrades. Sin preámbulos ni rodeos: nos estamos refiriendo a los padres con carritos de bebé. Finalizada la última Semana Santa ya advertíamos en Gente de Paz de los graves incidentes que los mismos pueden ocasionar, pero ahora uno se da cuenta de que el riesgo que sufrimos no se focaliza temporalmente en la Semana Mayor de forma exclusiva… ni tampoco este fenómeno se centra, en lo que al ámbito espacial se refiere, únicamente en nuestra ciudad. Lo pude constatar en persona en la extraordinaria de la Esperanza del Perchel en el verano de 2013 y de forma mucho más reciente en Sevilla visitando los besamanos del propio día de las Esperanzas.


            El carrito de bebé es un arma peligrosa si cae en manos poco adecuadas… los últimos datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para GdP confirman que más de un 90% de padres primerizos preferirían tener a su disposición un cochecito de bebé como objeto con el que instrumentar una venganza antes que un arma blanca o de fuego. Un padre anónimo nos ofrece un testimonio realmente sobrecogedor:


Sales de casa con la niña una mañana estupenda. Es Domingo de Ramos. Te acercas al centro con normalidad, tu mujer va hablando con su hermana mientras tú llevas a la pequeña en el carro. De pronto ves a la gente correr al llegar a Alfaros y tú sientes cómo se te acelera el corazón… sales corriendo como un ñu en estampida con el resto de la manada y ya solamente te importa coger un sitio desde el que la niña pueda ver sin problema, sin gente que se le ponga delante. Y en tu interior una voz te dice: ¡Pedro, corre, que si no luego te va a doler la espalda si la tienes que coger en brazos! ¡Corre para coger la primera fila! Y así te sientes poderoso… notas cómo si el coche se desplazara solo en una carrera demoniaca en la que destrozas los tobillos de los que caminan rápido delante de ti. Pero esto es como una droga dura que te pide más y más, porque si logras una primera posición y ves que la cruz de guía de la Borriquita está aún a unos cuantos metros de ti, caminas salvaje en pos de ella para conseguir una mejor posición también en primera fila desde la que puedas aguantar menos tiempo viendo el desfile de nazarenos. Y da igual dónde queden tu mujer o tu cuñada. Tú solamente piensas en ver la Cofradía rápido con tu carrito y tu bebé y luego meterte en El Gallo a comer calamares y beberte una cervecita fresquita. El resto de la humanidad sobra…


S.I.D. son las siglas de una madre sevillana con niños pequeños. Ella misma nos relata su propia experiencia:


Para mí el carrito de bebé es como una prolongación de mi cuerpo. Yo comencé a utilizarlo como ariete en Semana Santa, pero mi experiencia me ha demostrado que se puede emplear en las procesiones de gloria o en los multitudinarios besamanos que coinciden con fechas de visitas de turistas a la ciudad. Un año, en vísperas de Navidad, paseando por la calle Tetuán, conseguí pasarle mi carrito por encima de los pies a una niña de 6 o 7 años que iba acompañada de su padre. La nena no se atrevió a decir ni mu cuando vio mis ojos enrabietados cuando buscaba una buena posición junto a un grupo que cantaba villancicos populares. Pero lo mejor no fue eso… cuando estos acabaron de cantar, cogí mi carrito y, en la pugna por tomar una situación idílica en Sierpes en torno a otro coro de campanilleros, logré aplastar contra la pared a un padre que llevaba a su hijo en brazos, desplegando mis codos todo cuanto pude. Fue como si Fernando Redondo se hubiera reencarnado en mí. Yo era como un auriga romano en la arena. Confieso que esa noche me acosté con una sonrisa de oreja a oreja.


Juan Pérez de Miranda, por su parte, nos narra su particular modus operandi para ver procesiones de Semana Santa. Él es uno de los promotores de la organización "Carritos asociativos":


Mira, a mí la Semana Santa me la trae por… [irreproducible]. Pero mi señora se empeña en que vayamos a ver pasos el Jueves Santo porque ella es muy de un Cristo que sale ese día. Entonces, nos vamos al Ayuntamiento, porque desde allí vemos casi todos los santos que salen ese día y no pagamos, porque estos de la Semana Santa cobran por las sillas para sentarse desde las ruinas romanas. ¿Qué es lo que hacemos? Pues mira, llamamos a mis cuñados y a mi hermana Juani y todos nos llevamos los carritos. Así cogemos nuestro sitio sin que nadie nos lo quite formando un rectángulo con los carros. Los niños están más o menos seguros, porque aunque alguno de primeras choque con las ruedas de los cochecitos, tú formas un dos de mayo al tonto de turno, le dices que llevas allí desde las 6 para que los niños vean bien y que eres más cordobés que él… en fin, que acoj… [irreproducible] al personal y ya saben que tú no pasas ni una. Y tan tranquilo te dejan entonces en el interior del rectángulo carretillero [que no carretero, eso es referente a la Hermandad de la Carretería] [i] sentado en tu silla del chino comiendo tus pipas, tus chorchos, tus bocatas, tus latas de refresco o cerveza… Sí que es verdad que luego para ver a los legionarios la gente lo pone complicado, pero hemos conseguido entre mis cuñados y yo llegar a la calle la Feria sin descomponer el rectángulo carretillero y ponernos en primera fila. Y si nos empujan o los nazarenos no nos dejan pasar, formamos un pollo monumental… y a los nazarenos hasta le golpeamos en el "cacurucho" para que no den morcilla.




            Escalofriantes relatos que nos ponen el vello de punta…



Marcos Fernán Caballero








[i] La puntualización es nuestra. Lógicamente este señor no sabe que existe la Hermandad de la Carretería.









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