La fiesta de la Inmaculada se convirtió en Irak en una inmensa muestra de fe de un pueblo perseguido por los islamistas.
Ni la persecución, ni el hambre, ni el peligro ni siquiera la espada les ha conseguido separar de su fe, de su amor a Jesucristo. Esta famosa cita de San Pablo a los Romanos la están experimentando en estos momentos los cristianos de Irak, los mártires del siglo XXI.
Perseguidos e incluso aniquilados, los cristianos de Irak nunca han renunciado a su fe aunque ello les haya costado perder todo lo que tenían e incluso su propia vida. En muchos casos el Estado Islámico ha ocupado sus ciudades y destruido sus templos quedándose con todas sus pertenencias. Los que han conseguido salvar la vida han tenido que huir con lo puesto durante el calor abrasador del verano y ahora a través del frío invierno. Mosul y otras muchas ciudades iraquíes han sido limpiadas de cristianos por parte de los islamistas. Ya no queda piedra sobre piedra en ellas que muestre la milenaria presencia cristiana.
Sin embargo, las miles de familias cristianas han encontrado refugio y caridad de sus hermanos en zonas de Irak todavía relativamente seguras ante el avance de los terroristas islámicos. Es el caso de Erbil, en la zona de mayoría kurda. Actualmente allí hay decenas de miles de cristianos refugiados. La iglesia local y también numerosas organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada les han acogido como a hijos compartiendo con ellos lo poco que tienen para pasar unas fechas tan señaladas como la Navidad.
El Estado Islámico tiene como uno de sus principales objetivos la toma de Erbil, una de las ciudades más pujantes del país. Y a pesar de ello esta semana los cristianos han lanzado un claro mensaje a los islamistas. No van a renunciar a su fe. Es más, la persecución acrecienta su fe.
De este modo, los católicos iraquíes decidieron celebrar por todo lo alto la fiesta de la Inmaculada Concepción, una celebración que posiblemente no se haya celebrado con tal devoción en todo el mundo. Pese a ser patrona de España, la Inmaculada lo pareció más de los cristianos iraquíes, que decididamente se encomendaron de manera multitudinaria a su protección.
A no demasiados kilómetros del lugar donde se producen los aberrantes asesinatos islamistas los cristianos iraquíes les han desafiado siendo comandados precisamente por una mujer, la Virgen María. Esta es precisamente la mayor afrenta que se pueda hacer a los islamistas, acusados reiteradamente por vejar a las mujeres hasta convertirlas en esclavas y venderlas.
Decenas de miles de católicos procesionaron con la imagen de la Inmaculada por las calles de Erbil, una imagen impactante en un país masacrado por la violencia. Familias enteras, refugiados, niños y ancianos. Todos recorrieron las calles con cánticos a la Virgen orgullosos de su condición. Con velas seguían la imagen de la Virgen y al patriarca caldeo que también estuvo acompañado por arzobispo de Lyon y primado de Francia, el cardenal Barbarin.
Una imagen de la Virgen comanda la ciudad
El principal punto de encuentro de esta multitudinaria concentración se produjo en una plaza donde precisamente en el pasado mes de agosto, en la fiesta de la Asunción, los cristianos inauguraron una inmensa imagen de la Virgen de más de quince metros que comanda la ciudad de Erbil. Desde esa altura la imagen visualizaba el enemigo, el Estado Islámico.
En esta plaza se emitió un mensaje en vídeo del Papa Francisco a los cristianos iraquíes en el que les daba ánimos y consuelo. "Pienso en Santa Teresa del Niño Jesús - recordó el Papa -, que decía que ella y la Iglesia se sentían como una caña: cuando arrecian el viento y la tormenta, la caña se dobla, pero no se rompe. En este momento vosotros sois esa caña, os dobláis por el dolor, pero tenéis fuerza para llevar vuestra fe, que para nosotros es un testimonio. ¡Hoy sois las cañas de Dios. Las cañas que se pliegan bajo este viento feroz, pero que después se enderezarán!", aseguraba el Pontífice ante la alegría de los cristiano que aún perseguidos perseveran en medio de las dificultades.
Recordatorio La Saeta sube al Cielo: El genocidio cristiano