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jueves, 4 de diciembre de 2014

El Gran Concurso de Gente de Paz: Cambia el traje de luces por la túnica


Blas Jesús Muñoz. Sí, lo han leído bien. Hoy les propongo un concurso excepcional, un juego en el que siempre toca el Perrito Piloto, la Chochona o el Pokemon. Es como una tómbola feriada, pero sin megafonía, tecnorumba de fondo ni albero en el paladar. 

En esta entrada hay tres fotos tres. Instantáneas de grandes maestros de la tauromaquia de todos los tiempos. Aclamados por la afición de su época, unos revolucionaron el toreo y otros se gustaron en la cima del Arte Mayor que siempre fue.

El primero de ellos es Juan Belmonte. El Pasmo de Triana. El hombre que hizo de ser zambo una virtud que cambiaría la estética del toreo para siempre, para traer el concepto que los entendidos, y no tanto, avalan como modelo moderno de la Fiesta. Ahí lo tienen, con su túnica del Cachorro.

Macareno como él solo, Joselito fue el gran fenómeno de la época en contraposición a Belmonte. Qué les voy a contar que no sepan de su devoción infinita por la Estrella de San Gil. Ahí lo tienen, macareno hasta la médula.



El tercero es el Arte de una época. El hombre que ponía el contrapunto sutil a Manolete. En la yema de sus dedos se guardaba la esencia suave del pase medido, el capotazo de pellizco eterno. Ahí lo tienen con la túnica de San Bernardo.

Podríamos habernos detenido en Antonio Ordóñez y la Esperanza de Triana, pero no. Ahora lo que toca es la parte del concurso más interesante. Por más que un servidor ha invocado a Google, no da en resultados una fotografía de Juan Serrano, Finito de Córdoba, vestido con túnica de nazareno. 

Este es el reto: si alguien la encuentra, por favor y por privado, a mi cuenta de Twitter @BlasjmPriego (absténganse de enviar montajes; las fotos recibidas serán analizadas por Guillermo León, el analista fotográfico de Cuarto Milenio). La recompensa, no lo duden, será infinita.












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