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martes, 30 de diciembre de 2014

Enfoque: ¿Por qué llueve tanto en Semana Santa?


Blas Jesús Muñoz. La cuenta atrás ya ha empezado. Ya se pueden leer tuits y artículos donde ponen número a los días o semanas que faltan para el Domingo de Ramos. Y la gran pregunta está en el aire ¿lloverá, no lloverá? Es el to be or not to be de Shakespeare en versión cofrade, con su letanía cansina y sus cámaras de canal regional o local captando el momento del llanto que tanto luce en televisión.

2014 nos trajo una Semana sin agua, a excepción del Domingo de Resurrección. Algo extraordinario (como las salidas de Don Bosco o el triplete de los Dolores que nos aguarda), si posamos la vista en los años inmediatamente anteriores. 

Hay quien se interroga, se cuestiona y se pregunta, si tanta agua con el cambio de luna de deberá a algo más que al capricho sutil de la primavera. Y entonces me vienen las palabras de un buen amigo, un Jueves Santo por la mañana mientras el cielo parecía rasgarse de cólera divina: "es un castigo del de arriba".

Tal vez, llevara razón y la maldición obedezca a un hartazgo supremo y supino de nuestra actitud. Y, al igual que sus Majestades de Oriente nos traen carbón cuando nos portamos mal, San Pedro nos manda agua para llenar un pantano. De sobra es sabido que buscar explicaciones antropomórficas no es la solución, pero si por un segundo se han planteado la posibilidad del castigo divino apúrense y cambien el modo de proceder de forma drástica. Que solo quedan tres meses para cambiar las nubes por soles.








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