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martes, 9 de diciembre de 2014

Enfoque: Un torero, un columnista y la comparsa de Juan Carlos Aragón


Blas Jesús Muñoz. Volvemos a las relaciones imposibles. Imposibles porque al chirigotero gaditano no le gustan los toros y como columnista es más incómodo que cualquier opinador de Gente de Paz. Sin embargo, en eso mismo está la relación.

Lean con atención. Un torero es el pregonero de nuestra Semana Santa. Un matador que, en mi humilde opinión de aficionado de a pie, en su día parte de la ciudad que lo ensalzó hasta donde no podía llegar y la afición se tornó en un fanatismo ciego que da cuenta más de nuestra categoría de poblado indígena que de capital de algo. Y, herederos de ese catetismo abrupto, los dirigentes cofrades, le dan la alternativa como pregonero. Y lo hará bien, pues medios tiene para hacerlo. Y quienes lo nombraron también han ganado pues se habla de eso y no de otras cuentas o de cómo las cuentas del pasado dominan el presente, evocando "la culpa es de Zapatero" para no hablar de la propia gestión. 

Y, segunda relación, los columnistas que se la dan de artistas molestan. Gustan los de un periódico que les hace campaña, igual que parece hacerla en favor de la plataforma de la Mezquita. Y se enrabia y se indigna el columnista, que no se la da de artista, pero que, tal vez, le gustaría. A mi también. Y que se cumpla alguna vez aquella quiniela que lo situaba como pregonero. 

Y vamos a la comparsa. Como la de Aragón, ésta que es Gente de Paz tiene sus fanáticos y sus detractores. Amor y odio, mas no indiferencia, "ni le tememos al castigo". No nos darán premios y sí escarmientos. Aunque no nos gusten los toros, o sí, no los toreos-pregoneros. Y sí, los columnistas que se la dan de artistas.







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