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jueves, 18 de diciembre de 2014

Sendero de Sueños: Buena Esperanza


Me encuentro viajando en tren hacia mi casa, en una incipiente noche que se presagia lluviosa. Voy camino de celebrar, junto a mis hermanos, la próxima llegada del Niño Dios, entre villancicos, dulces y risas. Presiento que será una jornada alegre.

Sin embargo, no para todos será igual. Hoy, la red social Facebook, se ha inundado con una frase del Sumo Pontífice, el Papa Francisco, aquél que más que un Papa lejano, una persona ajena a todo y a todos, está siendo cercano y haciendo una buena criba de todo lo que no es Iglesia. La frase en cuestión es: "No sirve de mucho la riqueza en los bolsillos cuando hay pobreza en el corazón".

Viene al pelo en estas fechas, pues muchos ya estamos pensando en vacaciones, en valiosos regalos que a los dos días olvidamos en algún rincón o en las suculentas comidas de empresa o familiares. Todo material. Todo relacionado con dinero.

¿Por qué no dejamos de pensar en él y somos un poco más humanos? ¿Por qué no agarramos a aquél que menos tiene, le miramos a los ojos y le ayudamos espiritualmente? Pues sí, porque todo, por desgracia, en esta vida, cuesta dinero.

El que necesita, necesita para comer, y la comida vale dinero. El que necesita, necesita que no le quiten su casa o tener una, y una casa vale dinero. Yo, queridos amigos, en estas fiestas sólo necesitaré una cosa, a mi familia, y sobretodo Esperanza, esa buena Esperanza que cada año se vuelve estrella de la mañana, esa que es espadaña y arco, azucena de amor y Madre Nuestra.

Esa que sonríe y llora a la vez, esa que calma el alma cansada, esa que se vuelve faro cuando alguno naufragamos en el mar de la vida. Esa Madre, que te consuela las penas. Esa mujer que te hace superar las injustas sentencias de personas ingratas y que utilizan su posición para amenazar. Esa Madre que te da fuerzas para seguir luchando por la verdad.

Esperanza... eso es lo que necesitamos. Lo que anhelamos en mi familia. Una esperanza que, si Ella quiere, se verá bendicida cuando la primavera vaya desapareciendo y quiera seguir viendo germinar su semilla de amor y... de Esperanza.


Raquel Medina









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