Parece mentira... de nuevo volaron las páginas del calendario, semana a semana, como cuento ahora, hasta llegar a lo que, cuando este artículo sea publicado, estaremos celebrando todos juntos, en comunidad, el Nacimiento del Niño Dios. Él, que nació humilde, sin nada, sólo con un gran corazón para redimir nuestros pecados.
¿Buen corazón? ¿Lo tenemos nosotros preparado para recibirlo?
Nosotros lo recibiremos con el buche lleno, como se suele decir. Iremos a su encuentro después de una copiosa cena con todos los nuestros. En la misma mesa, unos se sentarán contando las ausencias, otros pensarán que el año próximo serán más, ¿irónico, verdad? Así son los miembros de las familias, plurales, no hay dos iguales.
Así somos también nosotros, como una gran familia. Cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre, no en todo estamos de acuerdo, pero queridos enemigos (vosotros os consideráis así), aquí no vale el dicho: "divide y vencerás", porque como en cualquier familia, defendemos a los nuestros.
Parece ser que esta familia no es bien recibida en algunos sitios por decir su opinión, pero pese a todo, pertenecemos a esta gran familia cofrade cordobesa.
Sólo pido, como Francisco, que TODOS, hagamos examen de conciencia, pues señores, caed en la cuenta que las familias son los que se dicen la verdad y tened cuidado de aquellos que no lo hacen, pues cuando la familia deje de tener comida en la mesa, dejarán de sentarse en ella y cantar con vosotros un villancico, en paz y armonía.
Una familia da libertad, aconseja y te deja hacer, pero si te equivocas, te lo dirá, y no para echártelo en cara, sino para que no vuelvas a caer en ese error. De sabios es rectificar, más aún con los miembros de tu familia.
Lleguemos ante el humilde Niño Jesús, con el corazón en paz y repleto de nuevas y buenas esperanzas para el próximo año que tardará poco en llegar.
Raquel Medina
Recordatorio El Cirineo: Nochebuena