Que una hermandad alimente tus sentimientos, es lo más normal del mundo. De hecho, son estos sentimientos los que nos hacen formar parte de la misma. Sentimientos que nos atraen, y nos llevan a lo más profundo, a la comunicación con Dios, a un retiro espiritual, que es el que se debe de sentir en la multitud de actos que la Hermandad nos proporciona y tenemos el deber de ir, por culto a Dios, el que siempre nos espera con los brazos abiertos. Hayamos fallado o no, Él, siempre está ahí.
Pero lo que no se puede tolerar es que sean algunas personas que dirigen hermandades las que jueguen con esos sentimientos. Desde el pasado miércoles, casi toda la Córdoba Cofrade y gran parte de resto del universo no habla de otra cosa, el palio de la Paz está destrozado. Cofrades murmurando por las esquinas lo que nosotros llevamos diciendo en voz alta desde hace meses. Después de ocho años, puede que los descubren ahora lo que muchos ya sabíamos crean que ya es tarde, aunque yo pienso que nunca es tarde para conocer la verdad.
La última jugada maestra, consiste en pedir dinero para sufragar los gastos de un arreglo sin mostrar a la opinión pública la realidad del "destrozo" y sin concretar de cuánto estamos hablando. Jugada maestra si no fuera porque no contradecir la información dada por parte de la prensa tradicional el pasado fin de semana en base a una nota de prensa recibida ha provocado una enorme inquietud en gran parte de los hermanos de la Paz, mis hermanos. Los titulares catastróficos sufridos por todos en los últimos días han causado un gran daño y en ninguno de las dos comunicados emitidos por la cofradía se ha negado que el palio esté destrozado. Muchos nos hemos sentido boca abajo en un precipicio y nadie han calmado nuestros miedos.