Dijo una vez un sabio que "la vida es una sucesión de momentos que, secuencialmente dispuestos, configuran nuestro devenir cotidiano". Ocasionalmente estos instantes ocupan un recoveco de nuestra memoria, convirtiéndose en recuerdos.
Hay muchas teorías que difieren a la hora de determinar qué es lo que provoca que esta conversión de vivencias en recuerdos se produzca. Algunos dicen que penalizamos aquello que nos produce dolor o rechazo y que tendemos a recordar únicamente los momentos positivos que nos afectan.