No me gustan las navidades, creo que si no me lo han escuchado alguna vez, y lo digo siempre que tengo ocasión, ya por el título habrán podido percatarse.
No me gustan porque aunque se celebre la Natividad, o sea, el nacimiento de Jesús, no me traen más que pérdidas de amigos o familiares que año tras año van faltando, y también porque mi familia no es muy extensa, no hay niños correteando haciendo gracias, ni cosas que algunos cuentan que son muy bellas (para ellos), y cuando me las cuentan, no sé si reír o alegrarme de mi menguado árbol familiar.