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miércoles, 21 de enero de 2015

La Firma Invitada: 75 años de Paz


Parece mentira, ya hace 75 años que nuestra Hermandad viene peregrinando por las almas de tantos y tantos cordobeses, cogiendo la esencia de Nuestra Córdoba en cada “cosita” que hacemos, en cada camino que emprendemos.

75 años de PAZ. 75 años de luz en los rostros de todos aquellos que, bien a su paso, bien desde sus camarines, buscan sus dulces miradas para llenarse de esa vida y Esperanza que sólo Ellos trasmiten.

75 años de emociones, de vivencias, de amor, de vida y… sobre todo: de trabajo… mucho trabajo… Ese trabajo que iniciaran quienes ahora ya no están con nosotros y que han sido y serán ejemplo imperecedero de cómo hay que hacer las cosas.

Siempre recordaremos, con afectuosísimo cariño, el incesante caminar de nuestros mayores, muchos de los cuales ya se encuentran gozando de la gloria eterna en el Reino de los Cielos. Su inicial esfuerzo, duro y voluntarioso, es el que siempre nos impulsa en cada problema que se nos plantea… ellos han sido y son nuestra esencia, el espejo donde siempre queremos mirarnos.

Aquí habéis escuchado a los recientes Hermanos Mayores de esta gran Casa, todos los conocéis, sabéis de su empeño y buen hacer en llevar esta Hermandad por el buen camino, el de engrandecerla y dotarla de esa fuerza de la que goza, de ese seguimiento popular que tenemos o de ese gusto a la hora de rezar como nosotros lo hacemos… pero, como todos sabéis, detrás de estos rostros están otros, mucho menos conocidos, que han dado forma a lo que todos conocen hoy como LA HERMANDAD DE LA PAZ… Secretarios, Tesoreros, Diputados, Mayordomos, Priostes y Camareras… vocales y consonantes de esta gran familia que compone, con literatura ejemplar, y frase a frase, la historia viva de nuestra Hermandad.

Vaya desde aquí mi público homenaje y el de toda mi Junta de Gobierno, a estas generaciones de hermanos que, con su trabajo incansable, con su aportación desinteresada, han logrado poner a nuestra Hermandad en el centro del corazón de los fieles de Córdoba.

Y no hay corazón en esta Hermandad como el de nuestros Frailes, pacientes orantes de nuestra historia; Capuchinos que queremos con el corazón del alma, con el alma de la amistad y con la amistad de toda una vida. Ellos quisieron coger la parihuela de La Paz y Esperanza ese 24 de febrero… sobre sus hombros la introdujeron en el convento y como un solo ser, Hermandad y Comunidad Capuchina, hoy marchan juntas en comunidad de vida y amor tal, que pocos matrimonios pueden dar ejemplo como el de estos esponsales que ya duran desde el año 1940.

El acto central de estos 75 años de vida Cristiana, no podían celebrarse de otra manera más Cofrade y festiva que con una magnífica salida procesional. El sol nos acompañó para iluminar Su cara y el día fue tan lúcido y radiante que no faltó de nada, ni tampoco nadie. Córdoba entera supo caminar “al ladito” de Ella, desde la Iglesia del Convento de La Merced hasta la Santa Iglesia Catedral y desde el Cielo, otra vez ya de regreso, a ese recuadro de cal y cielo que es Capuchinos, donde reposa su pacífica presencia. ¡Qué sensaciones de ese día!, ¡Qué comunión en Hermandad!, ¡Qué arropados nos sentimos, con la presencia incondicional de todos los que le debemos tanto! ¡Cómo se queda guardada en nuestras retinas ese paso de milímetro!, esa bambalina de plata guiñando su compás, entre columnas milenarias, para posar su blancura soberana, en el mismo Altar Mayor de la Catedral de Córdoba.

Dios sabe lo agradecido que le estoy por ser yo el que ese día portara el verbo de la Hermandad… ¡el Alma era ella!, blanca, radiante… como aquella novia que nadie quiere perderse camino del altar, ¡como esa madre que va a misa los domingos con sus hijos! ¡como esa pastora divina de rebaño ejemplar!

Sólo faltó el azahar, con ese olor que todo lo impregna cada vez que Ella sale en señalado Miércoles y tras los pasos de su hijo… pero dicho aroma se compensó con el tremendo y extraordinario, desbordante y estremecedor, acompañamiento de todo su pueblo, aquél que la llama ¡Reina!, ¡Reina de la Paz! … Y que no faltó ni su hacedor, nuestro querido hermano Juan Martínez Cerrillo, ¡que a mi lado iba!, alegre como ninguno, al ver que de sus pequeñas manos, nos ha dado nombre y apellido de grandeza, para ser orgullo pleno de la tierra cordobesa.

Este reflejo de 75 años de trabajo y amor, de fe y cariño hacia Nuestros Titulares, es lo que hoy conocemos como LA HERMANDAD DE LA PAZ, una Hermandad que recibo fuerte y viva, actual y con ese aroma inconfundible de religiosidad popular, de fe en Cristo y… tan castiza y elegante que es signo de identidad de esta tierra, cada tarde de Miércoles Santo.

Nuestro futuro empieza hoy. Por suerte para nosotros, no arrancamos como hace setenta y cinco años, aquel Jueves Santo de 1938, en San Juan de Letrán. Ya se ha andado buen trecho, pero ahora queda seguir siendo Humildes y derrochar esa esencia que sólo aquí tenemos.

Nuestro anhelo es estar siempre ahí, ¡casi rozando el cielo!, para mayor gloria de Ellos y para poder dar ejemplo vivo frente a esos que, por oportunidad ideológica o juego político, critican nuestra esencia; a Nuestra Iglesia… a la Iglesia de Cristo y… ¿De qué mejor manera podríamos hacerlo? Pues dando testimonio Cristiano de nuestra Fe, bajando nuestro cortejo a las puertas del cielo del primer templo de Córdoba… ¡A la Catedral!, donde elegancia y arte, comunión y compás, se harán oración bajo el palio de columnas que allí nos espera.

Ese testimonio de Fe es el que debemos de llevar hasta las manos de nuestros menores y de todos aquellos que hoy se acercan a nuestra Casa, ¡Nuestro Convento de Capuchinos!, nuestro pedacito de cielo donde reinan, junto al Padre Eterno, su hijo… Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y, Nuestra Madre…María Santísima de la Paz y Esperanza. Para ello contamos con un equipo de hermanos que es envidia sana de toda la cristiandad y en el que me apoyo a diario. ¡Nunca nadie tuvo tantos y tan buenos para difundir la palabra de Dios y las virtudes de su Bendita Madre!

Con este magnífico equipo, con la ayuda de Dios, y con el ánimo de todos sus fieles, se van haciendo realidad proyectos tan importantes como la remodelación de la Casa de Hermandad, el adecentamiento de enseres e instalaciones, la mejora del trabajo de los costaleros y, ya lo adelanto, el inicio del germen de un proyecto que todos los cordobeses nos demandan, que no es otro que la Coronación Canónica de Nuestra Madre Eterna, Reina de la Paz y Esperanza. Este magno proyecto no va ser fácil, nunca nada lo fue, pero pedimos Paciencia porque, como todos sabéis, este tipo de asuntos no van ligeros de equipaje, pero como todo en LA PAZ nada se para y ya estamos iniciando la marcha que, de seguro, será culminada cuando todo esté preparado y la Autoridad Eclesiástica de su aprobación… porque Ella ¡ya es corona de nuestro corazón! y nada le hace falta para adornar su inmaculado rostro, por ser pura y limpia, por ser luz de luces que ilumina a todos los cordobeses.

Como hace 75 años, seguiremos teniendo las puertas abiertas, seguiremos formándonos en catequesis viva, seguiremos fomentando la Caridad Cristiana, la formación religiosa, la vida ejemplar, la hermandad... Seguiremos caminando junto a San Francisco, ¡Franciscanos Capuchinos!,… seguiremos adornando nuestra fe no sólo con palabras, sino con esas experiencias que han dado y dan, el nombre verdadero de nuestra identidad, la HERMANDAD DE LA PAZ.

Seguiremos luchando por los más necesitados, por aquellos que más nos demandan Esperanza y que llevamos ayudando durante todo este tiempo, no sólo con alimentos o vestidos, sino con cariño y comprensión… unas veces con mayor y otras con menor acierto, pero siempre con la misma buena voluntad e ímpetu que ellos nos demandan.

Y ya sólo me queda agradeceros el cariño y apoyo constante que estáis demostrando en la organización y participación de este aniversario. Animo a Córdoba entera, a Nuestra Córdoba, a sus fieles y devotos, ¡a la gente de bien!… a disfrutar de estas salves que ya hemos iniciado en honor de los verdaderos protagonistas de éste, su aniversario.



¡¡Viva Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia!!
¡¡Viva Nuestra Señora de la Paz y Esperanza!!


Enrique Aguilar Amil
Hermano Mayor de la 
Hermandad de la Paz y Esperanza











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