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jueves, 15 de enero de 2015

Sendero de Sueños: ¿Se votará sobre todo lo que sea religiosidad popular?


Cuando alguien se cree un dios, cuando deja de estar en primer plano lo pasa mal. Es como quien pasa toda su vida trabajando de sol a sol y de pronto llega la jubilación, no sabe qué hacer con su vida. Eso es lo que le ocurre a muchas de las personas que forman nuestras hermandades.

Pensé que con el paso del tiempo y con los quehaceres de nuestro día a día, las generaciones más jóvenes de nuestras corporaciones no caerían en ese error... ¡menudo chasco me he llevado! Resulta que tampoco tienen más vida que estar pensando en la Hermandad las 24 horas del día. Siempre pendiente de los demás. Están más pendientes de lo que tienen que hacer los demás que de disfrutar su tiempo libre, porque visto lo visto... lo tienen... tiempo libre digo.

¿Pero sabéis otra cosa? que después, cuando pasa su "tiempo", (aunque en realidad no hay tiempos sino circunstancias), creen que los demás le han dado de lado y que todo el mundo es malo, todos menos ellos mismos, claro está.

Esto pensaba que era lo peor que podía pasar en las hermandades, sin embargo, durante esta semana, he visto brotar más enemigos contra ellas. Enemigos que piden libertad y parece ser que no están de acuerdo con nuestra libertad religiosa, con nuestra forma de mostrar nuestra religiosidad. Sí, me refiero a aquellos que le piden al Gobierno más derechos para los ciudadanos. ¿No es contradictorio?

Trabajo tienen si llegaran al poder, porque no sólo la Semana Santa es muestra de religiosidad popular. ¿Tendríamos que elegir si celebrar o no romerías? ¿Tendríamos que permitir los San Fermines?, ya saben que antes de cada encierro, los valientes corredores se encomiendan a San Fermín. ¿Hay que permitirlo? ¿Tendríamos que elegir si deberían o no salir las patronas de cada localidad...? ¡Vaya caos!, pero lo mismo las romerías las ven como una juerga de vino y cante; y los San Fermines como una maratón de alto riesgo por las calles pamplonesas; y por ello, no debe de ser consultada su celebración. ¿Cómo se decidirá qué someter a votación y qué no? ¿El grado de componente religiosa tal vez?

Ruego libertad para manifestar nuestras creencias. Libertad para poder expresar nuestras ideas sin ser víctimas de sanciones o comentarios sin sentido. Todos pedimos esa libertad y qué trabajo cuesta dárselo a otros.

¿Qué nos va a deparar el futuro? ¿Qué patrimonio vamos a dejar a nuestros hijos, si el mundo está metido en esta convulsión de personas que matan en nombre de Dios; si se está luchando por la titularidad del primer templo cristiano de Córdoba?, por poner algunos ejemplos.

Miedo me da pensar la clase de mundo que dejaremos entre todos a nuestros pequeños. Luchemos por dejarle un país sin censuras, donde la libertad sea un derecho inherente a cada uno de nosotros.


Raquel Medina Rodríguez










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