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sábado, 7 de febrero de 2015

En mi Huerto de los olivos: 25 años de acordes musicales, 25 años de gracias


Corrían los calores del verano de 1989, cuando un grupo de chavales músicos cofrades con mi buen amigo Manuel Luque Bellido, deciden fundar la Agrupación Musical Ntro. Padre Jesús de la Redención, de la Hermandad de la Estrella de Córdoba. Un 5 de Enero, se estrenan tocando en la Cabalgata de Reyes Magos de Cabra.

En ese mismo año, en esa Semana Santa tocan ya a varias hermandades de Córdoba, que ven en esta banda joven e inexperta, pero llena de ilusión, entusiasmo y ganas de hacer historia en la música cofrade cordobesa, que para ello esta ciudad tiene muy buenas madres, como el buen vino.

Qué puedo decir de esta banda, que me dio la oportunidad de ver a mi hijo con la edad de tres años tocar la caja, en la Parroquia de San Andrés, la marcha “La Saeta”, en aquel concierto inolvidable para mi memoria. Aquel tambor hacía más bulto que mi propio hijo. Qué puedo decir de mi banda que durante tantos años ha educado a mi hijo tanto personal como musicalmente. Qué ratos inolvidables para mis momentos cofrades con mi hijo.

O qué puedo decir de aquel Domingo de Resurrección, en Linares, tocando al Señor Resucitado de la población jiennense. Cuando entre bromas y risas un componente de la banda me deja su guerrera y tambora para que yo, un enamorado de la música procesional y más aún de las marchas de agrupación, con el permiso de mi amigo Manolo, me dejaran tocar detrás de un paso y mi hijo un poco más adelante, llevando su caja y mirando a su padre qué hacía allí atrás con un tambor tocando.


O aquel concierto en el Auditorio de Dos Hermanas, con aquel chiquillo de sólo dos años correteando por las gradas y haciendo de las suyas con las diabluras que también le inculcaban algunos miembros de la banda. Tocaba el cornetín. Y vaya que si lo tocaba. Tuvimos que improvisar un remedio para que el niño no tocara el cornetín en el concierto. Se nos ocurrió ponerle en la boquilla papel de aluminio para que no tuviese fuerza a la hora de soplar y hacer sonar su instrumento. Y fue el niño y en pleno concierto se acercó a su director y tirándole del pantalón le dijo que su cornetín no sonaba, para sorpresa de los que allí estábamos, estupefactos de como aquel niño decía que no podía tocar su corneta.

Se ve vienen a la cabeza las veces que he ido a pedirles que tocarán en algún concierto organizado por mi cuando tenía la taberna cofrade o después la tienda, en la presentación de algún cartel. O cuando le pedí a Jesús Lora, que compusiese una marcha para la hermandad del Perdón, y salió de sus acordes Madre del Perdón. Gracias Jesús.

Tantas horas de ensayo, tantos actos acudiendo sin pedir nada a cambio, sólo el regalo que el organizador de turno le quisiese dar o reconocer su labor y trayectoria. Y como no recordar a todos y cada uno de los componentes que fueron miembros de esta banda, los que siguen y los que mañana serán. Al igual que la vida evoluciona, llegaron las mujeres a la formación y la verdad que ver los lazos puestos en sus cabellos se hace bonito de ver. Además se cambiaba la fisonomía anterior llena de muchachos y hombres tocando. Ahora había también ojos distintos que interpretaban las notas musicales y manos más delgadas tocando los pistones de sus instrumentos. Aires distintos y evolucionados como la vida misma. También las había antes sin tocar, que eran todas y cada una de las madres, mujeres, novias o amigas que estaban alrededor de la banda para cualquier necesidad que se presentara. A todas ellas también les doy las gracias.

Me gustaría recordar a cada uno de los miembros de esta formación con la que tuve un contacto especial. Siempre estaré agradecido a Manolo Luque por su forma de ver las cosas, te podrá gustar o no como las ve él, pero tanto si nos gusta como si no, lleva al frente de esta banda ya 25 años. Quitándole todo ese tiempo a su familia y ofreciéndolo a una banda que es hoy en día la banda que es. Es triste que las hermandades de Córdoba que tanto han necesitado de esta banda, por distintos motivos, ahora se olviden tan pronto de esos favores. Es triste pero así son las hermandades, ¿qué digo las hermandades?, las personas que las rigen.

Recuerdo gratamente a Pepe “el platillos”, a Jordi con su particularísima forma de tocar la caja, escoltando ambos a ese Kiko, mi hijo, a Vicente, que me decía que estuviésemos tranquilos si se llegaba al paso de la estrechez, que ellos cuidaban de mi hijo, a Fernando, a Antonio, a David “el niño valeo”, a los hermanos Conde, a Manolo Vera, a Rafa Amaro, a Javier Escobar, al “porquerías”, al “bocas”, a David “el Notas”, a Dani Ceular, al “Moro”, al “Aborto”, a Jesús Amaro, a Carlos Cebrián, a Rafa Zurita, a Bernardo, a Víctor, a David Torres, a Bancalero, a Alex, a “Superman”, a Gonzalito, al “Pelucas”, a Rafa Cabanillas, al “Fili”, a Trujillo, a Edu, a Tomás, a “Morita”, a “Chumi”, al “Soto”, si se me olvidó alguno perdón, me hubiese gustado recordaros a todos… ¡Ay!

Se me viene este suspiro porque no puedo acabar sin hablar del que fuera miembro muy especial de esta Agrupación. Desde aquí, para que siga entonando sus notas musicales desde ese palco celestial, recuerdo a Alejandro Tendero. Su legado sigue en la banda, con sus dos sobrinos tocando en ella. Te pido que desde allí arriba, sigas bendiciendo a tu banda.

A falta de 11 días para entrar en la Cuaresma en el año del Señor.



Pachi Giraldo














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