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miércoles, 25 de febrero de 2015

La Paz vive una noche histórica en Capuchinos


Raquel Medina/Guillermo Rodríguez. En la tarde noche de hoy la Hermandad de La Paz se ha reencontrado cara a cara con su historia, con aquel instante de gloria, perdido en la memoria de nuestros abuelos, en que la Reina de la Paz entró por vez primera en su casa, hace hoy exactamente tres cuartos de siglo, convirtiendo aquél encuentro en la simbiosis perfecta que hoy representan Capuchinos y La Paz.

En la plaza de Capuchinos, donde se ha congregado un gran número de personas, fieles, hermanos y devotos, se vivieron momentos de gran recogimiento y emoción durante la corta procesión que trasladó a la Virgen de la Paz desde el portón de salida desde el que cada Miércoles Santo parte para rociar con su magia a la humanidad entera, hasta el Cristo que hace siglos pusiera en el corazón de Córdoba Fray Diego de Cádiz, símbolo de la unión de la ciudad con el Hijo del Hombre, momento en que los hermanos Capuchinos, inevitables protagonistas del evento, como sucediera en 1940, dirigieron unas palabras haciendo alusión a lo vivido hace 75 años por nuestros antecesores.

Tras la proclamación de la Palabra de Dios, la Salve ante el Cristo de los Faroles sirvió de prólogo para el instante en el que los frailes, costaleros circunstanciales, sintieron el leve peso de la Madre de Dios sobre sus hombros hasta dejarla al pié de la escalinata del Santo Ángel, donde aguardaba el Señor de la Humildad y Paciencia, ataviado al igual que su Madre de un infinito blanco de pureza. 

La comitiva salvó la escalinata, arrió las andas a los pies del altar y dio comienzo la Solemne Misa de Acción de Gracias, presidida por el guardián del Convento del Santo Ángel, Fray Francisco Martínez, y concelebrada por Fray Pedro Enrique Rivera, consiliario de la hermandad que ha sido prolija en emotivas palabras y recuerdos.

Una sencilla ceremonia que ha tenido todos los elementos para convertirse en muy especial. Un día que la hermandad tiene la obligación moral e histórica de celebrar cada año a partir de ahora. Que no caiga en el olvido.


Fotografía Antonio Poyato











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