Suspira el querubín revoloteando por la Córdoba más cordobesa De las Córdobas del mundo, mientras retumba entre sus alas la voz De un locutor televisivo, que es aficionado a predicar de cofradías y a conceder a los pasos la condición de cordobés en función de que quepan o no por la puerta De la Catedral. Suspiros De alado preocupado, porque haya ignorantes que puedan decir gratuitamente de un paso tan cordobés semejante barbaridad.
Para consolarse relee una revista que habría que tener bajo palio porque aunque recuerda a su hermana mayor, las copias las hacen otros aunque citen la fuente.
No deja de suspirar el Ángel por un paso tan cordobés que no lleva palio y lo llevó, y por el capataz al que le preocupa perder el traje que lleva ante otros pasos menos cordobeses, y no como capataz, cuando el aire de las Cruces se lleve el incienso.
Joaquín De Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: El arte de la imitación