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domingo, 29 de marzo de 2015

Enfoque: Llegó la hora


Blas Jesús Muñoz. Cuando esta mañana oigan los primeros sones de la música, la mecida del incensario, el crujir de la madera cuando los costaleros meten riñones, la voz oscura del martillo o el tintineo de los varales del palio de la Palma... estaré esperando que suene (por la mañana o por la tarde) Esperanza de Marvizón.

Es una cuestión meramente emocional, simbólica. Cada uno y cada cual esperará su marcha, su lugar favorito, a su Virgen o a su Cristo. Vivirá con intensidad el momento en que llegue su estación de penitencia. Al día siguiente ojeará las crónicas que jamás podrán contar con exactitud cuánto paso.

La Semana Santa habrá llegado se habrá vivido y se habrá marchado. En la Trinidad, en San Roque, en San Andrés, Capuchinos, Compañía, San Pablo o San Jacinto los días guardarán su emoción como un estrato más de nuestra memoria colectiva.

Cuando esta mañana se echan a la calle recuerden que todo es efímero y por ello hay que disfrutarlo su totalidad, sin dejar nada atrás, sin privarse, entregando los sentidos la verdad absoluta que se nos ofrece. La Semana Santa no es una semana más ni una fiesta cualquiera es el sentido, el origen y el destino de quiénes vimos en su verdad todo aquello que quisimos ser.


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