Siempre se nos ha tachado de cínicos, de hablar sólo de lo malo, de no querer lo nuestro, de ser demasiado crueles..., sin embargo, no creo que seamos de los que nos cueste rectificar o decir también lo que vemos bien.
Tengo que reconocer que este año me había propuesto no hablar del pregonero de Semana Santa, pero señores... ¡un olé por Juan!
Soy consciente que el año pasado fui muy crítica, creo que con razón, con el que ocupó el atril del Gran Teatro, aunque este año, como he dicho anteriormente, pretendía mantenerme al margen. Sin embargo, los hechos han hecho que quiera decir algo.
No me gustaría comparar, pues dicen que las comparaciones son odiosas, pero tengo que decir que me agrada, y mucho, la postura que ha adoptado el maestro tras su nombramiento, a pesar de haber hecho que pensara de una manera determinada en su designación. Me agrada saber que está a pie de calle, impregnándose de cada sabor, olor, visión o sonido de nuestra Semana Santa.
Lo último que sé es que, mañana viernes, estará rezando junto a los hermanos de Expiración su Vía Crucis, una tradición cordobesa que no se debe de perder, por ser el prólogo a su día grande y uno de los más bellos actos de nuestra Cuaresma.
D. Juan Serrano ha querido estar en todos los actos relativos a las hermandades en esta Cuaresma, dejándose ver con los que cada día del año sienten y trabajan por nuestras cofradías, empapándose de vivencias y quién sabe, si ese acercamiento a los cofrades de esta ciudad, le sirve para un futuro aproximación más profunda.
Suerte Juan. Temple y valentía, que en peores plazas habrás toreado, seguro.
Raquel Medina
Recordatorio Sendero de Sueños: Cuidemos de las tradiciones