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domingo, 5 de abril de 2015

El cáliz de Claudio: Algunas verdades que quedaron pendientes en Cuaresma


Tengo un amigo que, cada vez que me ve, me pregunta si al salir de casa miro atrás por si viene alguien a pegarme. Nos reímos y comentamos distendidamente la actualidad cofrade. No le respondo porque él sabe que no tengo por costumbre mirar atrás, siempre de frente, soy costalero. Y, cuando lo hago, siempre es para recordar lo bueno. Lo malo está delante y lo pasado huele demasiado.

Les pongo en antecedentes porque hoy, Blas, sí va a opinar para que no pongan en su boca lo que dicen otros colaboradores de GdP (lo de hablar en tercera persona de mí no es pedantería, solo un recurso). Y ya les advierto que, a más de dos, no les va a gustar mi parecer que, aunque no es necesariamente compartido con los opinadores, en parte -siempre hay parte-, algunos de sus pareceres son tangentes.

"... A más de dos" -he dicho-. El dos es un número que me es indiferente, tanto como el número de periodistas, sumamente profesionales y experimentados, a los que uno puede enfadar por hacer su trabajo, desde el intrusismo profesional, por supuesto.

De hecho, hay un periodista que sufre lapsus en artículos y se los hace saber un columnista de esta casa, que tampoco es un servidor. Las protestas las sufre uno. No importa porque la memoria es corta y ya casi se me ha olvidado el día en que quisieron atribuirse la primicia de una información, que fue nuestra, y por donde revolotean los tuits en los que me llamaron mentiroso. Lástima que los tuits y los post queden grabados en su hora exacta como un poema de Montesinos.

Al menos, mis escritos no van envueltos por el celofán de una pretenciosa ética intelectual que, si la necesitara, podría usarla y así cubrir de cal mi falta de conocimientos cofrades. Un ejemplo, más o menos ficticio, si fuera secretario de mi cofradía me guardaría de convocar correctamente los cabildos para que no me los manden repetir. Otro ejemplo, también imaginado, si fuera prioste aceptaría el puesto si sé montar altares para no tener que llamar a nadie. Y, el último, si fuera periodista intentaría dar noticias más o menos recientes, no me dedicaría a escribir, qué sé yo, una especie de publireportajes atemporales en pleno hervir de la Cuaresma.

La Cuaresma o su previa, no recuerdo la fecha exacta, hizo a este medio retirar un artículo y poner una ventana emergente con un aviso. Unos cuantos se indignaron y mandaron mensajes a varios de los miembros de este equipo. No lo digo por todos los que me escribieron a mí, pero a alguno sí que me gustaría recordarle en público como ya le dije en privado, que la opinión es libre, otra cosa distinta es estar de acuerdo con ella. Uno mismo discrepa, en más de una ocasión, con columnistas de esta casa.

Resultó llamativa la reacción. De hecho, puestos a hilar fino los nombres de los ofendidos acababan confluyendo en dos o tres lugares emocionales. Los mismos (repito, algunos que no todos) a los que no les oí manifestarse en su día cuando a una imagen sagrada se la comparó con tintes hawayanos. O alguno mismo que pide respeto cuando él no lo tiene con su cofradía cruzando de paisano por el cortejo esta misma Semana Santa, provocando que algún que otro nazareno se apartase. En esos detalles, también entra el respeto, pero claro para tal respecto hay que saber que se está faltando al mismo. 

Hay más asuntos que quedaron en el tintero, así que ya les iré contando.


Blas Jesús Muñoz










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