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lunes, 25 de mayo de 2015

La Crónica: Y Almonte sabe cómo hacerlo


Raquel Medina. Amanecía un día sin sol para la celebración de la Solemne Misa de Pentecostés en El Real, pero que más sol que Aquélla que esperaba la hora ansiada. A medida que el día avanzaba, los nervios se acrecentaban, sin embargo aún tendría que celebrarse el rezo del Santo Rosario en honor de la Santísima Virgen.


En la explanada, bajo un manto de estrellas marismeñas, miles de fieles aguardaban el instante preciso en el que el pueblo almonteño siente la llamada de su Reina y Madre; momento justo en el que saltó la reja en la pasada noche. Justamente a las 03:03 horas.

Después de bajar los escalones del prebisterio y recorrer los escasos metros que separan el altar de la puerta, los rocieros allí presentes, rompieron en un esplendoroso aplauso cuando la Blanca Paloma, al compás del repique de campanas, alzó su vuelo y se dirigió hacia el pocito que siempre mana y las marismas.

Después de este encuentro con la madre, los almonteños la dirigieron hacia la primera casa de hermandad, concretamente la de Huevar, a la que seguirá Villamanrique, Pilas, La Puebla, Macarena y Triana... entre otras. Tras ésta se detendrán en la casa de las camaristas, donde se rezará una emocionante salve, muy especial en este rocío por el nacimiento de la que está destinada a ser, en un futuro, la próxima camarista.

Ya con bajo el sol y siguiendo la estela de campanas y palmas la Señora se continuó su procesión, que la llevó hasta la Hermandad de Gines, Lucena o Jerez. Poco a poco, Almonte quería detener el momento y muy despacito entró en la calle Moguer, donde tras la salve rezada ante esta filial, el pueblo de Almonte se detuvo ante la casa de la Hermandad Matriz, momento muy emotivo de la procesión.

El paso fue buscando la puerta de la ermita muy lentamente y su pueblo, un año más, la volvió a posar sobre el altar para cantar la salve en forma de peticione y agradecimiento; sin embargo, en cada mente sólo había un pensamiento, que pase pronto el año para volver a sentirte de nuevo sobre los hombros.













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