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viernes, 12 de junio de 2015

El Compás de San Pablo: ¿Y si volviera Fray Ricardo?


Ya casi no es Fray Ricardo de Córdoba, bien podría ser de Jerez, de Sevilla, de Cádiz, de Chipiona, de Granada… La centenaria tradición capuchina de colocarse tras el nombre propio la ciudad de origen iba íntimamente ligada a un amor paterno filial, a una unión sanguínea con los suyos, a un afecto provincial que, en la mayoría de los casos, traspasaba las fronteras locales. Fray Ricardo ya casi no es Fray Ricardo de Córdoba pero, cada una de las piezas diseñadas, pintadas, dibujadas y conseguidas por sus manos gritan cada Semana Santa al pasar por Las Tendillas su nombre. Vociferan que hace años aquí vivió un fraile desvivido por la Virgen, volcado por las cofradías, desbordado en su amor hacia un paso de palio. Un fraile para el que nunca había reloj cuando se podía a dibujar, a predicar, a vestir, a imaginar una Semana Santa más nuestra, más mariana, más humana. Y en la que nadie cobraba un duro. Una Semana Santa que hizo los sueños de cuando éramos niños los de mi generación: Aquél palio del Cister! Cómo se movía! El pecho enjoyadísimo de La Paz! Aquellos Rosarios de la Aurora de la Virgen del Rosario con sus cantos! Aquellos Corpus en Junio! Cómo gritaba desde los púlpitos, eso eran homilías de Función Solemne! Ahora ¿Qué nos llama la atención de nuestra Semana Santa?

¿Y si volviera Fray Ricardo? Posiblemente no lo conocerían quienes hoy todavía no tienen barba pero ya lucen la arpillera y la partitura, quienes han aprendido a ser cofrades a través de un ordenador, quienes no saben que, gracias a él, hoy tenemos las imágenes que veneramos y que ellos hoy pueden tener como foto de perfil en su whatsapp. 

Lo veremos pronto, al menos por una tarde, una tarde extraordinaria de Junio, junto a una de sus imágenes más queridas bajo un palio de ensueño. Su mejor obra. Y al verlo muchos cofrades veremos a quien nos bautizó, a quien casó a nuestros padres, a quien bendijo a la virgen que hoy veneramos,  a quién consiguió renovar, a cambio de nada, una Semana Santa empolvada y llenarla de vírgenes bellas.

Rafael Cuevas Mata








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