Redacción. Con la Catedral por destino, ante ojos cómplices de la emoción y bajo un sol que impartía justicia, como queriendo compensar la infinita injusticia sufrida por el Hijo de hombre, comenzaba su Estación de Penitencia la Hermandad del Perdón, una joven y pujante hermandad que con la rotundidad de las cosas bien hechas va configurando su propia idiosincrasia en la jornada del Miércoles Santo. Nuestro compañero Antonio Poyato recoge en esta crónica gráfica su paso por el interior de la Catedral.