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jueves, 11 de junio de 2015

Verde Esperanza: Sevilla, dejaste de ser espejo donde mirarse


            Querido lector, le confieso que no tenía muy claro sobre qué hablarle esta semana, pero mirando Twitter me ha vuelto a salir otra cuenta de una candidatura para Hermano Mayor, y se me ha encendido la bombillita. Resulta que es de una Hermandad de Sevilla –y no, no es la que usted está pensando-, y resulta que no es el primer caso, ni mucho menos, que sucede en la capital andaluza.

            La Semana Santa sevillana y sus Hermandades han sido ejemplo para el resto de Andalucía y de España durante muchas décadas y siglos en muchos aspectos. En lo artístico, con Juan Manuel Rodríguez Ojeda, que creó algo tan maravilloso como la estética del palio tal y como lo concebimos actualmente; en cuestión de organización de cortejos, sin duda. En el respeto del público hacia las imágenes, otro ejemplo. Especialmente en las de silencio, y esto último es algo que sigo admirando hoy día de Sevilla. En el mundo de los de abajo también ha sido históricamente la precursora de la figura del hermano costalero. En bandas, y a pesar de que el estilo de Cornetas y Tambores –el de verdad, no el de las bandas de ahora- tiene su origen en Málaga, desde hace varias décadas todo el orbe musical cofrade dirige la vista hacia la ciudad hispalense. En altares de culto, en insignias, en caridad… Incluso un ejemplo en cómo sacarle el máximo provecho a su Semana Santa en cuanto a turismo. Pero…



             A junio de 2015 he de decir que, Sevilla, sintiéndolo mucho, dejó de ser espejo donde mirarse. Es mi humilde opinión, no se me lancen al cuello, que lo argumento. Tenemos muy recientes los acontecimientos de la pasada Madrugá, que evocaron aquellos del año 2000 y otros de menor relevancia. Siendo quizá la jornada más importante de la Semana Santa de Sevilla, me hace pensar que hay un problema serio en seguir pensando que Sevilla es el espejo en el que mirarse para absolutamente todo lo relacionado con las Cofradías. Los egos y otras cuestiones están convirtiendo la jornada con más repercusión del panorama cofrade universal en un nido de canis y pseudocofrades que van a vitorear y aplaudir a los costaleros y los solos de corneta interminables, y esto se traslada a otros días de la Semana Santa. Las consecuencias, ahí están: carreritas y pánico generalizado, tapones de nazarenos y de público, que ponen en riesgo la seguridad, y en muchos suponen casos interrupción de lo verdaderamente importante: la estación de penitencia, ya sea del que la realiza o del que va a verla. El respeto del público del que antes les hablaba ahora brilla más y más por su ausencia. Con cada vez más frecuencia, el hecho de pedir silencio al público está motivado porque esté produciéndose algún solo de corneta o de flautín, que para exigir respeto al paso del titular correspondiente. ¿Es esto adecuado para todo aquel que se fije en Sevilla como ejemplo a seguir? En cuanto a procesos electorales cofrades, ya escribí hace unas semanas a razón del circo que se está montando en la Hermandad de Esperanza de Triana con los candidatos, que están en plena campaña política, sí sí, campaña. El último capítulo del culebrón es que uno de los candidatos se ha ido a hacer campaña a las dos bandas que acompañan a los titulares en la Madrugá del Viernes Santo: una coña, se mire por donde se mire. Pero esto, más allá de ser un hecho aislado que debería censurarse, se está convirtiendo en moda en la capital hispalense, y como todo lo que así sucede, pronto se trasladará a más lugares –si es que no se ha trasladado ya-. ¿Es esto ejemplar para las Hermandades de todo rincón de Andalucía y España? Un mundo musical que, más allá de su importantísima labor social para la juventud, se centran más en competir unas con las otras que en dirigir la mirada a los titulares que acompañan. Todo ello sin dejar de mirarse al ombligo, como si tuvieran unas orejeras que les impidieran reconocer que hay otras muchas formaciones musicales tan a la altura o más que las propias de la ciudad sevillana. Costaleros, que más que eso son sacapasos, coleccionistas de misterios o palios, deportistas del costal, más leales a un capataz que a lo que va sobre los pasos. A la vista está con la cantidad de conflictos que se conocen –y los que no salen a la luz- en Sevilla. Hermandades, ProHermandades, Asociaciones Parroquiales y vaya usted a saber qué más denominaciones. El caso es que cada fin de semana hay un paso en la calle, sea por el motivo que sea… Es la cara menos religiosa y más popular de la religiosidad popular, valga la redundancia múltiple. Se pierde el sentido de la espera y el trabajo durante todo un año para que el día de la salida procesional salga todo perfecto, la importancia de las formas decrece y el contenido espiritual también. Todo vale para sacar una imagen sagrada a la calle, incluso vale no formar parte de ninguna Iglesia, pero eso sí, una buena canastilla y una buena banda detrás. ¿Ha de servir todo esto de ejemplo para las la Semana Santa en general? Me da en la nariz que no…



            Por todo ello –y más-, pienso que debería de desaparecer ese tópico que dice que Sevilla es el espejo en el que todos los demás hemos de mirarnos en lo que a Semana Santa respecta. ¿Es la madre y maestra? En muchas cosas sí que lo ha sido, en alguna que otra continúa siéndolo. La pregunta que se le puede venir a la cabeza es: Si Sevilla ya no es el ejemplo a seguir, ¿qué Semana Santa lo es? ¿La de Córdoba, siendo corporativista? Me temo que tampoco. A día 12 de junio de 2015, lamentablemente, ya no quedan espejos donde mirarse de forma universal. En unos lugares se harán ciertas cosas bien, mal o regular, y en otros, se harán otras cosas distintas de forma más o menos adecuada. Quizá lo importante del cofrade del año 2015 sea adquirir una mentalidad crítica que le permita analizar y reflexionar sobre lo que observa en la Semana Santa de distintos lugares. Discernir entre lo que está bien y lo que debería mejorarse en caso de “importarlo” a la propia Hermandad de ese cofrade. En mi opinión ya no es válido decir que Sevilla es la mejor en todo, y que el resto de la población cofrade ha de seguir su modelo a rajatabla. Está comprobado que allí no todo lo que se hace está bien, y menos en los últimos tiempos. Afortunadamente, hay vida cofrade más allá de la capital. Sevilla cofrade, mira que te quiero, porque me “enganché” a esto de la Semana Santa por ti… Pero dejaste de ser ejemplo para los demás hace algún tiempo, y ahora, lo eres menos que nunca. Alguien tenía que decirlo.

José Barea


















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