Suspira el querubín porque en los cielos de Córdoba el sol es justiciero y reblandece la memoria. Y cuando estás en activo te quieren jubilar con cargos que aun no son para uno, aunque quieran buscarte una salida digna para querer tapar lo que de verdad es y se siente.
Suspiros alados porque el capataz prefirió la no ratificación antes que seguir como emérito para estar alrededor del paso como un maniquí o un resto arqueológico. Vestido de negro para que otros lo traten como a alguien que no es capaz de valerse por sí mismo.
Suspira el Ángel porque al nuevo capataz, aunque no se quiera dar cuenta, también lo tratan como capataz honorario y ya suspiran los que quieren ser responsables del paso, que no se sabe si los pondrá el capataz o la hermandad, o le pondrán ellos mismos, suspirando por hacer honorífico al titular.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Llamadores que galopan