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sábado, 25 de julio de 2015

La Espada de Damocles: Gobernar en los tiempos del coleta


Si hubiera consejos o pautas para ser político de hoy en día, quizás estas palabras de la página La Biblia, sean las más acertadas: “Espere la época de comicios y júntese con sus amigotes, cómprense ropas sencillas para aparentar ser "unomasdelpueblo" y elija algún nombre que inspire un aire de justicia social, solidaridad y decisión. Salga a las calles, aparezca en TV, bese criaturas, abrácese a los jubilados, regale cosas... Contrate un buen sociólogo, prepare con él el discurso que el pueblo "quiere" oír, apréndaselo de memoria y salga a la calle a gritárselo al vulgo con cara de estar muy convencido de lo que dice; pero ojo, tenga en cuenta que es como un chicle, mastíquelo pero no se lo trague. Colóquese un poco de cera en los oídos, no vaya a ser que de tanto repetirlo como un loro termine por creérselo. Por último, prometa todo, lo que venga, lo que le pidan, lo imposible... 


¡TODO!, de todos modos jamás va a cumplirlo.” Ciertamente aunque en clave de humor, es la triste realidad que nos contempla en este nublado horizonte de expectativas que es la política. Pero realmente, no puedo criticar a los políticos, porque por su condición es de esperar que nos defrauden. Es como enfadarse por ir a una terapia de adelgazamiento a base de esoterismo anunciada en la teletienda de una cadena de segunda a las 5 de la mañana, y no ver resultados por ser un fraude. Pues quizás señor/señora, será porque no habría tenido suficientes pruebas como para esperar lo que se veía venir: una estafa. Por ello cuando oigo decir -de voces más rápidas que pensativas- que los políticos son los culpables de la penosa situación política de nuestro país (corrupción, mentiras, fraude…), no me sale más que decirles que la culpa es suya, por haberlos puesto con su voto en la poltrona que ocupan sus excelentísimas posaderas (porque si no nos humillaban bastante, encima hay que decirles excelentísimos aunque poca excelencia tengan). Pero la ironía es que nos sorprendamos de la incoherencia de esta nueva élite social que son los políticos. En los últimos meses nos hemos indignado con concejales que han llamado a nuestras devociones muñecos, que han subido fotos de pistolas apuntando a la virgen del Pilar, que han denunciado el toque de campanas (pero no los gritos de un alminar), que han criticado la Semana Santa y los toros, que han querido eliminar cuadros de San Rafael y han eliminado crucifijos. ¡Y nos alarmamos de una cosa que se veía venir! Será por eso de que no hay más ciego que el que no quiere ver. Y nuestro defecto es que vemos más el partido histórico que la realidad del candidato y del partido. Yo le diría a esos que llaman muñecos a mi Cristo y al tuyo, que yo no llamo trozo de carne a su madre, y podría, porque al fin y al cabo todo ser humano se compone de carne y de hueso. También recordaría que al igual que quitan subvenciones a los cosos taurinos, alegando que los impuestos no pueden pagar aficiones muy determinadas, yo pediría que dejen de darlo a los organizadores del orgullo gay porque también es una afición muy determinada. También recordaría que ser alcalde/sa, es gobernar para el católico y para el ateo, para el que va misa y el que no, para el aficionado al futbol y para el que prefiere el dominó. Recordarle que un político tiene que pensar en todos, pero sobre todo en la mayoría, y no en los intereses personales de uno mismo, que es lo que sin duda ocurre. ¿Por qué hay que ensordecer unas campanas si nadie se ha quejado de ellas?, ¿Por qué un colectivo que se denomina laico y ateo (en algunos casos) tiene que pedir que se exhume un cuerpo de un templo privado del que por su uso nunca va a pisar?, ¿No sería más acertado que lo pidieran los feligreses de dicha iglesia o los hermanos de dicha hermandad que son a los que tendrían que molestarle?, ¿Por qué hay que quitar un cuadro de San Rafael si nadie lo ha pedido y a nadie resulta ofensivo? ¿Será quizás que la alcaldesa de lista, progre y laica quiso pecar y al final lo que se llevó fue un tortazo de humildad?, ¿Por qué hay que negarle el derecho al cabildo de ser dueño de la catedral por no ser del agrado de algunos políticos? A mí me puede parecer que Zuzana es un poco corta y sin embargo no pido que le expropien la casa por caerme mal. Pero sigamos, ¿Por qué me tiene que coartar mi derecho a ejercer mi religión por medio de las cofradías porque a ellos no les gusta? ¿Acaso yo pido prohibir los actos del día de Andalucía por no comprender que haya que celebrar que un partido se apropió hace 32 años de una región que para ellos es más bien un cortijo? No sigo porque escribo en caliente y no acabaría nunca. Pero la cuestión es simple, y lo escribo como mensaje personal para los políticos que tienen tantas quejas de los pueblos, ciudades y regiones que gobiernan. Si no les gustan las campanas, ni los cuadros de San Rafael, ni los crucifijos, ni la feria, ni los toros, ni la Semana Santa, ni las catedrales, ni las iglesias… 

¿Para qué carajo quieren gobernar una región/ciudad que no les gusta? Lo digo porque al fin y al cabo esas son las cosas que nos caracterizan y que curiosamente no les gustan. Resumen: el perro del hortelano (y ya saben como sigue).

                                                                                                                      Antonio Maya Velázquez




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