Preso entre tinieblas, grilletes de negación a ti mismo y a tu camino. Sórdidos carceleros, imagen y semejanza de tu propia descreencia. Punto alejado, donde un grano de inocencia, mezcla pequeñas notas de colores, tu yo desconocido incluso para ti.
Una gestación continua de tus nacimientos, todas tus vidas en un suspiro, que desde el principio del principio, poseía tu impronta, cual roca esculpida por el tacto de la Luz, cuando el conocimiento se torna naturaleza y la naturaleza abraza la semilla que fuiste y comienzas a florecer.
La despedida se vuelve encuentro, sensaciones en letargo, despiertan a la llamada del verbo, siendo gota de su Océano y jirón de viento que atusa los caminos, abriendo flores para el Padre.
José Antonio Guzmán Pérez
Recordatorio Calvario de Iris: Luz