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sábado, 15 de agosto de 2015

Calvario de Iris: Reino


Soñé que viajaba inerte en una barca, mi respiración se aceleró entrando en un dulce letargo. Mi mirada clavada en el cielo, contempló dos ángeles que me otorgaban la comunión y expiré…

Todo había sido un sueño, aunque mi alma poco a poco fue perdiendo la paz de ese tránsito. Empecé a hacerme preguntas…

¿Por qué las civilizaciones aprenden a luchar, a defender sus posesiones frente a un invasor, pero por qué nadie nos enseña a amar?

¿Por qué, para los ojos que así quieran verlo, el firmamento no puede ser un gran altar?

Por mucho que los pastores se llamen hermanos, ¿sienten verdaderamente esa hermandad en su sangre?

Las enseñanzas de Jesús, son como un gran Océano. Su verdadero precepto es que la inmensidad cabe en nuestras manos, no por dimensión, sino por el modo de utilizar el mensaje. Él nos concede su Reino sin fronteras y pobres de nosotros queremos poseer la llave.

José Antonio Guzmán Pérez









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