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domingo, 9 de agosto de 2015

Cuentos de Verano: La historia de los llamadores inquietos


Blas Jesús Muñoz. Es como un thriller, una película de suspense que encontró en las cofradías su "Nadie conoce a Nadie". A un capataz de Domingo querían moverme la silla o quitarle el termo negro y, como nadie le ponía el cascabel al gato, pese a los rumores, el hermano mayor desmintió categóricamente que fuesen a cesarlo. Como en el fútbol la ratificación precede a la destitución.

El día de la igualá el capataz dimitió y, como en los clubes de fútbol, el segundo se hizo cargo del equipo. Al final, como la temporada fue bien lo renovaron y siguió el segundo de primero y al dimitido lo llamaron como comentarista. Otro capataz, de Miércoles, también vio como su segundo se hacía cargo del primer equipo.

En este caso no se fue, sino que lo invitaron amable o desagradablemente a marcharse. Sin saberlo, su segundo había sido uno de los impulsores de dicha actuación. Lo que el segundo no sabía era que a él le esperaba un destino similar y ahora no saca pasos ni en romerías, mientras que el destituido goza de muy buen cartel en el mundo del martillo y el costal.










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