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jueves, 13 de agosto de 2015

Enfoque: El casting de capataces que está de moda


Blas Jesús Muñoz. ¡Qué levante la mano quien quiera ser capataz! Como se le decía a los educandos en aquella -para algunos obsoleta y para otros añorada- E.G.B., cuando, después de las primeras semanas de curso tocaba elegir al Delegado de clase y a sus auxiliares. En mi colegio eran Subdelegado, Delegado de Cultura y Delegado de Deportes. En el equivalente que hoy nos ocupa serían Capataz, Segundo y Contraguías.

Aunque el primer párrafo les suene a chanza, no es el caso. Con el comienzo en el cargo de la nueva Junta de Gobierno de la Hermandad de la Soledad de Alcalá del Río, y atendiendo a la regla 116 de la misma, se ha decidido, en Cabildo de Oficiales, abrir un plazo para que todo aquel hermano que quiera optar al cargo de capataz, de alguno de nuestros pasos, pueda hacerlo. El cual abarcará del 1 al 31 de Agosto de los corrientes.

El método para hacer llegar a la junta el deseo de optar a ser capataz será mediante una carta dirigida al consiliario de capataces y costaleros en la cual habrá que indicar cuál es el paso para el cual se presenta el grupo y el nombre de los componentes del mismo, especificando el cargo que ocuparía cada uno de ellos, siendo estos primer capataz, segundo capataz y dos contraguías.

Otros precedentes

El caso no es nuevo. Y, como cada cual tendrá su opinión, para que la misma tenga toda la información deseable, se hace preciso recordar que una hermandad cordobesa, hace relativamente pocos años, entrevistó individualmente a una terna de candidatos a ocupar el martillo de uno de los pasos con que procesiona uno de los días centrales de la Semana Santa. En ese caso, el modo de seleccionar tenía una variante, si bien ambos recuerdan a modelos retocados de una misma forma de proceder para elegir capataz, cual si fuera una entrevista de trabajo.

Estamos de acuerdo en que el de costalero es un oficio, pero llevarlo al mercado laboral implicaría volver a pagar por los servicios prestados (igual que se hace con bandas, por ejemplo) y ya puestos dar de alta en la Seguridad Social las horas que dure la procesión, sin contar con que el camino de ida y vuelta al templo entraría en el convenio.

También estamos de acuerdo en que un casting libera de ataduras y, de la misma forma en que se elige, en caso de que vengan mal dadas se puede indicar el camino de salida con más libertad. Es más, alguna hermandad que no lo hace debería renovar año a año al capataz y convocar una oferta pública de aspirantes como el SAS y lo mismo se presentaba un servidor y le enseñaba a cierto capataz cuál es la cadencia adecuada (o igual, sin convocatoria de por medio, se lo explico un día de forma altruista por el bien de la Semana Santa de Córdoba).

Realizar castings, procesos selectivos, debería solucionar ciertos problemas porque, no me negarán que, si después de abrir un proceso de este estilo el capataz sale rana no solo valdrá con su destitución, sino que los hermanos mirarán al palco y, como ya las cofradías han desvirtuado sus procedimientos, en lugar de votar en cabildo, puede que los cofrades saquen pañuelos y griten acaloradamente.










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