LO ÚLTIMO

lunes, 10 de agosto de 2015

La humanización de la Imagen


Blas Jesús Muñoz. Probablemente, la del Prioste resulte ser una de las labores que, con bastante asiduidad, resulten de las más anónimas de las que se pueden hallar en cofradías. Una faceta en que el empeño, el tesón y el trabajo entre bambalinas dictan la norma no escrita del puesto.

Cuando miramos la composición de un paso de palio o de un altar de cultos, por ejemplo, nos maravillamos (si la obra lo merece), de su arquitectura, elegancia, corte clásico o innovador. Sin embargo, lo más probable es que no fijemos nuestro pensamiento en quién ha hecho posible que nuestra contemplación sea tan grata a los ojos humanos que buscan realzar a Dios o a su bendita Madre.

Este artículo no guarda la pretensión de indagar en el pasado, en fastuoso altares o en palitos que caminan gráciles bajo la noche tibia de la primavera y que, a su paso de luz y cera, nos robaron el corazón para siempre. Sencillamente, se trata de reconocer al que hay detrás, a quien compuso para que el observado no sea él, sino los protagonistas únicos.

Para comenzar estas líneas, le pregunté a un Prioste que, en sus palabras bien se pueden condensar miles de líneas:

"La humanización de la imagen. Posiblemente un Prioste es quien con mayor claridad vea en una Virgen que esa imagen en la Madre de Dios. Y por ello ha de humanizarla, cuidándola, poniéndola bella, regia ante el resto. Y por eso se establece esa relación tan íntima entre un Prioste y su imagen".










Hoy en GdP