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sábado, 5 de septiembre de 2015

El Arzobispado de Granada fuerza la suspensión de una procesión


Antonio Botella. El granadino barrio del Realejo no pudo disfrutar en la jornada de este pasado sábado de la procesión de Santa María de los Ángeles, tras la negativa del Arzobispado de Granada de autorizar este culto externo. La razón de tal resolución viene motivada por la negativa de sacar a la Imagen original desde el Convento de las Hermanas Clarisas, orden que desautorizó la salida procesional a causa de problemas internos en la misma.

A raíz de este hecho, tuvo lugar la fundación de una asociación civil con el propósito de organizar una procesión con una copia de esta advocación mariana ayer sábado desde la calle Molino hasta el Campo del Príncipe, donde se pretendía leer un manifiesto. Ante la creación de dicha entidad, cuyos estatutos no están ni siquiera aprobados, la Diócesis de Granada emitió hace unos días una nota en la que comunicaba su desvinculación sobre este acto, el cual no está aprobado por la Iglesia.

Tras el comunicado de la Curia Diocesana, la Agrupación de Hermandades y Cofradías hizo lo propio, haciendo llegar su no participación en esta procesión, así como su lamento ante este tipo de hechos. De igual modo, tanto la Agrupación Musical de la Estrella -que abría el cortejo- como la Banda de Música de los Ángeles -que acompañaba a la Santísima Virgen- anunciaban en sendas notificaciones su no asistencia al evento religioso.

Con motivo de los acontecimientos acaecidos en las últimas horas, la seráfica hermandad ha decidido suspender la manifestación externa de fe en Cabildo de Oficiales celebrado el pasado día 3 de septiembre. Acompañando a esta noticia, la corporación ha tenido a bien hacer llegar a la "ciudadanía granadina" los fundamentos que han provocado la cancelación de la procesión con la Imagen letífica.

No obstante, con el objetivo de poder solucionar esta problemática, una comisión jurídica de esta organización nazarí se personó hasta la ciudad del Vaticano para hacer entrega de una carta al Papa Francisco, para que sea el Sumo Pontífice quien medie en la situación que está atravesando el monasterio, así como la propia hermandad.








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