Blas Jesús Muñoz. Observen la fotografía con atención. Deleiten sus sentidos con la cantidad de gente que, en ese momento, aguardaba la llegada de la Hermandad de Jesús Caído: Parece que había expectación, ganas de ver la procesión extraordinaria, ¿no creen? Incluso, si me apuran pareciera que a la extraña población cordobesa, o a una parte numerosa de la misma, les gustan las cofradías.
A cada renglón, a cada párrafo, repasen la instantánea y rescaten de su memoria las frases que, desde el gobierno municipal, se han lanzado contra las cofradías. Piensen en la cera en el suelo, en lo que mancha, en los resbalones de los turistas mañana. Centren su pensamiento en los pobres policías locales, desbordados por la multitud incívica (es ironía, por si alguien lo duda).
Piensen en el precio tan elevado que soportaron los hosteleros de la zona. Los bares vacíos... las calles vacías... No dejen de reflexionar acerca de lo poco estético de la Catedral y su entorno. El sufrimiento del pavimento se antoja indescriptible... Tanto que de no dejar de pasar cofradía tras cofradía, Medina Azahara está como está.
Esa fotografía es la prueba del delito. A mucha gente, mal que le pese a más de un político municipal, las hermandades le gustan y salen a la calle a verlas. Ahora que venga a dar sus explicaciones quien nos comparó con el dómino, con ese acento esdrújulo tan cordobés.
Fotografía Gente de Paz
Recordatorio Enfoque: Escándalo