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lunes, 7 de septiembre de 2015

Enfoque: Un sí quiero cofrade


Blas Jesús Muñoz. Existen muchas formas de posicionarse ante los acontecimientos. Y, con demasiada frecuencia, las cofradías no han sentido o tenido la necesidad de hacerlo nada más que ante hechos puntuales. Sin embargo, envueltos en una polémica que es tan estéril como infructuosa nos han querido llevar por el camino largo de la política.

El de la mala política que adúltera a la verdadera, no para convertirla en un sucedáneo, sino en un teatro de barrio chino de cualquier gran ciudad, donde los actores nunca lo fueron y el término amateur sin mayor horizonte que la función semi desierta de cada noche adquiere su terrible carta de naturaleza.

En esas estábamos cuando una mente preclara decidió que los problemas, como toda la vida, se tapan con cortinas de humo, diarios amigos y un buen arsenal contra el más débil o más odiado. El término
Semana Santa entra en la partida y ésta se convierte en un desasosiego de fichas cuyos movimientos -estudiados o impulsivos- van a perseguir siempre el mismo objetivo.

Pero las cofradías han dado el sí quiero. Y no es un sí cualquiera porque acudieron al encuentro de su destino, de su suerte ante su Patrona y la de su ciudad. Porque Córdoba, aunque haya quien no quiera entenderlo, es también de sus cofradías y sus cofradías parte de ella. Un todo que ha quedado en representación a mucha mayor altura que la de un gobierno municipal que (aunque a otros les haya pasado antes, lo mismo me da) que da una talla menor, que daña a la propia urbe en su memoria de luz.










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