Guillermo Rodríguez. La historia de nuestras cofradías se compone de un universo casi infinito de instantes que secuencialmente materializan los sueños, los recuerdos, los anhelos y la vida de generaciones enteras que por ellas pasaron siendo gotas en la eternidad de su memoria.
El sábado, todos aquellos que aportaron su granito de arena para conformar la esencia de una hermandad que ya supera los dos siglos y medio de existencia, se hicieron presentes ante Jesús Caído, el mismo Dios hecho hombre, para rendirse a su inmensidad, mientras pasado y presente confluían entre los doce varales del altar itinerante en que su Madre recogía el amor verdadero de la Córdoba eterna, la que no conoce de modas ni imposiciones y nuestra compañera Eva María Pavón se hacía presente para regalarnos este recuerdo gráfico.
Recordatorio El traslado de Jesús Caído y Nuestra Señora del Mayor Dolor en su Soledad según Eva María Pavón