Blas Jesús Muñoz. Durante los últimos años, y gracias al auge y dimensión que han ido adquiriendo diversas cuadrillas -no solo las de la capital hispalense-, la gran cantidad de costaleros y aspirantes a serlo, se ha llegado a convertir en un problema de difícil solución, puesto que, en determinadas corporaciones, los más veteranos (fruto de su fe), se resisten a salir de las trabajaderas. A ello hay que sumarle que el estado físico de los mismos suele ser envidiable y que la técnica en el oficio de costalero ha mejorado exponencialmente para dotar a estos de la posibilidad de extender su periplo con la arpillera.
A través de una normativa para la cuadrilla de costaleros de la Hermandad Sacramental de la Esperanza de Triana, la Junta de Gobierno que preside Alfonso de Julios-Campuzano ha querido establecer algunos límites. De tal manera, que el artículo tercero de dicha normativa comienza expresando que la pérdida de la condición de miembro de la cuadrilla se producirá "por decisión del capataz de paso en razón de los requerimientos técnicos de la cuadrilla, las condiciones físicas del hermano costalero o por la pérdida de la confianza sobre la que descansa la relación entre capataz y costalero".
Sin embargo, lo sustancial se halla en los dos siguientes apartados de la norma en los que se ponen unos límites más taxativos que vienen a desatascar la falta de relevo generacional bajo las trabajaderas del Santísimo Cristo de las Tres Caídas, especialmente. Integrar la cuadrilla del Señor de la Calle Pureza es realmente complicado y los aspirantes a formar parte, en número no tienen parangón con otras cuadrillas punteras, debido al elevadísimo número de los mismos.
Así las cosas, la reglamentación dada por la Junta de Gobierno el pasado día 1 de octubre estableceque se pierde la condición de miembro de la cuadrilla "al cumplir veinticinco años desde la primera vez en que el hermano costalero ejerció dicho cometido. En todo caso, al cumplir cincuenta años de edad".
Recordatorio A Sevilla sólo le falta la Imagen