Vivimos en una nueva era en la que, por más que se desprecie la tecnología, sus teléfonos inteligentes o sus tabletas sabelotodo... de una manera o de otra se han colado en nuestras vidas. Bien podría decirles que soy el último romántico y que prefiero la máquina de escribir, pero la recuerdo con dolor de índices, manchas en las yemas y, al fin y al cabo, les escribo en un medio digital.
No practicó un cinismo fariseo, elitista y pagado de mí mismo, falsificando la vitola romántica del anacronismo y luego me escondo tras mi ordenador. De hecho, no soy de esa gente que, como decía el otro, toma Actimel para ver si alcanza la vida eterna. Sé que un ordenador es mejor que una Olivetti, pero que un libro se lee mejor en papel que en un iPad.
Ni me engaño ni les engañó. Así de fácil y complejo es no fingir desdén por la tecnología y, a la par, usarla para bloquear a quien no me baila el agua. Sería demasiado imperialista, capitalista y americano de los de Norte América, sin contar México ni Canadá. Ya me entienden.
Así que a quienes decidieron bloquearme, como sé que no me leerán, aunque lo mismo sí, les recomiendo que hagan como Obama con Raúl y desbloqueen. No para llegar a una entente cordiale, sino para que se rían un rato o rabien, pero dentro de la tecnología que seremos más y peor avenidos.
Blas Jesús Muñoz
Recordatorio El cáliz de Claudio: Eres más que la Esperanza