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martes, 17 de noviembre de 2015

De trama simple: Y después de la catedral


El después, siempre el después. Tras cualquier acto, tras cualquier causa, tras cualquier decisión, tras cualquier acontecimiento, hay un después. Ese después, puede ser tan diferente como las variables que nos hacen tomar decisiones. Ese después puede ser dulce, lindo, calmado, duro, pesado, bochornoso, cualquier adjetivo tendría cabida en ese después. Puede ser cualquier cosa, en un grado mayor aún de lo que nunca hubiéramos imaginado y es que la mayoría de las veces actuamos o tomamos decisiones sin pensar, o tan solo pensando en el presente inmediato, sin mirar más allá, sin valorar pros ni contras, de manera visceral, impulsiva, sin atender al mañana, sin atender al futuro, y mucho menos al después. Lo malo, es que el después, es juez y parte y siempre llega, siempre mide nuestros actos, es el que rige y regula, el que da la razón y la quita, él y el tiempo. 

Solo espero, que el tiempo y el después, sean benévolos con nuestras hermandades. Y es que tras decidir bajar a la SIC, se plantean muchos flecos aun sin concretar y por tanto, muchas son las posibles consecuencias para nuestro futuro; el de nuestros guiones, el de nuestras cuadrillas, el de la economía de nuestras hermandades y el de nuestra Semana Santa. Creo que se deberían analizar bien todas las variables para que nunca se vean mermados, ni en número, ni en calidad y para que el cambio sea un salto cualitativo hacia la excelencia. 

Espero que tras la unión demostrada no haya fisuras y tras los resultados, sean los que sean, se actúe de manera consecuente.

Ojalá ese después, llene nuestros corazones y bendiga nuestra penitencia,  y esta sea muestra de fe, sentida, no dirigida a la galería, a cubrir artículos de prensa sino algo lleno de sentimiento, lejos de la política y de las decisiones que puedan afectar a la vida pública. Ojala el después, nos llene de orgullo y de ganas de seguir engrandeciendo nuestra tradición y nuestra religión. De la mejor manera que sabemos los cofrades, sin bombas , ni atentados, sino rezando cada primavera con nuestra túnica,  con un costal, con una mantilla, con un tambor o una corneta, bajo la mirada  emocionada que invita al canto de una saeta.

Manuel Orozco Estrada


PD. Mi más sentido pésame a D. José Peña Somoza, por la pérdida de su padre, que nuestro Señor y su Bendita Madre lo tengan en su gloria.
















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