Blas Jesús Muñoz. El Adviento va culminando sus días en los atardeceres apresurados de una Córdoba que se dispone y propone, un año más, a la celebración del Nacimiento del Hijo de Dios. Entre un diciembre cálido como la lumbre de una chimenea pretérita de Nochebuena, la urbe se viste con la representación de aquel a Belén, humilde y celeste, que lo vio nacer.
Es el Verbo Encarnado en la imagen de un niño, de un bebé tan humano como divino, que sonríe a sabiendas de su suerte mucho antes de que el mundo fuera mundo. Y Córdoba se enraíza en su celebración y, allá por donde camiones, podrás hallar un patio engalanado, una antigua ermita o un oratorio, donde se sigue recordando que para una parte de su sociedad esto es importante.
Por el Bulevar de Gran Capitán, entre luces y reclamos, a su margen aguarda uno de esos nacimientos, cercano al recién galardonado de la Hermandad de la Sentencia. La armoniosidad y el virtuosismo se dan la mano como pueden apreciar en este magnífico reportaje de nuestro querido compañero Antonio Poyato con el que iniciamos nuestro tradicional viaje por los nacimientos más significativos de la ciudad de San Rafael. Ya son muchos años de esta representación en San Hipólito que viste a Córdoba de tradición, como lo es acercar los belenes de Córdoba a través de GdP a todo el pueblo cofrade.
Recordatorio Los Belenes de Córdoba en Gente de Paz