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martes, 22 de diciembre de 2015

De trama simple: Dejad que los niños se acerquen a mí


No todo está perdido cuando puedes ver en el rostro de un niño su magnífica sonrisa que refleja la pureza de Dios.

Es tiempo de solidaridad, muchas son las iniciativas llevadas a cabo a lo largo y ancho de nuestra querida Córdoba y muchas las personas que se prestan para ayudar a los demás en estos días. Y es que como quien dice, ya está aquí la navidad.

Llegan días de confraternizar, de ensalzar el amor, la amistad, la hermandad. Días, en los que se siente el pistoletazo de salida para la actividad frenética que nos espera. Ahora todo es distendido, se escuchan acordes de cornetas que anuncian la llegada de Jesús, villancicos, panderetas. Las hermandades se abren, se visten de un color diferente, se airean, se llenan de ajetreo, distinto al que vendrá en pocos días, donde los costales sustituirán a las zambombas y las marchas a los villancicos, donde la limpieza de los enseres de los pasos dará inicio a la cuaresma.

Estas fechas dejan estampas curiosas, estampas que ojalá fuéramos capaces de mantener todo el año: caridad, solidaridad, buenos deseos, puertas abiertas. El problema es que pasada la navidad, la vista se turba y el corazón se enfría. Volvemos a la rutina y dejamos pasar la oportunidad de ser mejores, olvidamos propósitos y volvemos a ver el sendero algo turbio, manchado por recuerdos de: rencores, envidias, ausencias, desengaños, traiciones. Pero es tiempo de renovación de mirar hacia el futuro, de tener Fe, de sustituir lo que no nos gusta por ilusión, esperanza y alegrías. Es momento de fijarnos en los ojos de esos locos bajitos, de corazón limpio y mirada pura, que nos enseñan lo mejor de la vida, y es nuestro deber enseñarles a vivir la navidad, a vivir el nacimiento de Jesús de una manera especial, enseñarles a ellos a nuestros niños, lo que es hermandad,  pues son nuestro futuro y mientras uno de esos niños vea con ilusión un Belén, participe con sus padres, hermanos o amigos en el montaje de un nacimiento, acuda a la iglesia, cante o entone un villancico, entra y salga de una casa de hermandad con la mirada clara, mientras esto suceda, no cabe la menor duda que estaremos sembrando la semilla en sus corazones para que en el próximo mes de marzo sus miradas llenas de ilusión, miren hacia arriba y vean a nuestro señor y a su bendita madre sobre sus pasos. Ellos se emocionarán cuando suenen las campanas y los primeros acordes de una banda inunde el cielo Cordobés,  vivirán la semana de pasión, formarán parte de ella, serán participes y futuro de nuestras tradiciones y de nuestra fe, vestirán túnica nazarena, o irán de la mano de sus padres cual escolta costaleril, dejarán imágenes tiernas, ilusionantes y nos recordarán que estamos de paso, pero las tradiciones y la fe si se cultivan, nunca son perecederas. Por eso, os pido hermanos que dejemos fluir esta esencia, vivamos la navidad, miremos con ilusión al futuro y hagamos hermandad, no sólo por estas fechas, sino durante el tiempo que aquí nos toque estar.

Manuel Orozco


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