Blas J. Muñoz. Los días han comenzaron su ciclo irrefrenable de azules y claroscuros que confluirán en el Lunes más esperado. Un Lunes distinto cada año que, e te año, encontrará en el Patio de los Naranjos su punto cenital de emoción y entrega. Entre tanto, la Hermandad de la Estrella se preparará por medio de la liturgia pretérita de las cofradías.
Los ensayos que comienzan este mismo sábado, los estrenos en el horizonte o los consensos que se adoptaron son parte del futuro y, tal vez, de un pasado remoto que ahora se hace presente frente a Ella, frente a la Reina sublime de la Huerta de la Reina.
Los costaleros que regresan con la emoción del ayer en la garganta o los acordes que se afinan en el pecho de sus músicos, también son parte de su patrimonio .Y, sin embargo, ante su presencia descubrimos a la Santísima Virgen tan bella y elegante como siempre, como nunca antes.
Las manos de Manuel Jiménez García han cumplido con el trabajo antiguo del vestidor que la atavían y subliman para difuminarse en el anonimato que guarda su mirada. Aun con todo, la Virgen luce de hebrea anunciando la Cuaresma, su presencia en la ciudad, la fe de sus devotos y dando gracias al amor del Hijo que, con tanto amor, la engalana para dar testimonio de su reinado.
Recordatorio El nuevo itinerario del Cristo de Gracia