Blas Jesús Muñoz. Durante siglos, y con las peculiaridades propias de las hermandades cordobesas, las cofradías siempre acudieron al primer templo de la diócesis, como muestra inequívoca de la comunión con la Iglesia Diocesana que, a la postre, es uno de los argumentos que dota de sentido el devenir de las sagradas imágenes, portadas por sus cofrades, por el monumental e imponente templo catedralicio.
Una de las corporaciones que, desde su origen, marcó su destino en la Catedral de Santa María de la Asunción fue la Archicofradía de la Vera Cruz, quedando marcada su estación de penitencia de cada Lunes Santo en el transitar -casi celeste- por las antiguas arquerías que se edificaron en la primitiva Basílica de san Vicente.
En la galería fotográfica que la corporación de San José y Espíritu Santo posee en su espacio web pueden apreciarse joyas como la que hoy les ofrecemos. En la instántanea, además de retrotraernos en el tiempo, se muestra el sabor inequívo del tiempo. Un aroma que fluye por la imagen, entre otros aspectos, porque en la misma podemos apreciar la asistencia de público al interior mismo de la Catedral.
Una fotografía que nos ayuda a comprender, no solo la apuesta decidida de una hermandad en su origen mismo, sino que además sirve para hacer brillantes los pretendidos claroscuros que pretenden observar el paso de las cofradías por el templo catedralicio como algo novedoso y que, aun con todo, guarda el sabor añejo de los acontecimientos limpios.