Blas J. Muñoz. Hay imágenes que trascienden a su tiempo y se convierten en el relicario inaprendido de la piedad popular. Superan los siglos y se arriban miles de pequeñas historias que conforman una tradición de proporciones gigantescas. Córdoba tiene la suerte de conocer alguna de las mismas, como también guarda la certeza de otras que ya han comenzado a escribir su propia historia.
Las mismas se pueden conocer, por ejemplo, a través de tres imagineros de la altura de Francisco Buiza, Miguel Ángel González o Francisco Romero Zafra. El primero de los mismos marcó el pulso del ecuador del siglo pasado y, en un populoso barrio cordobés, deja daba dos tesoros, uno de los cuales, Santa María de la Merced, ya se ha convertido en un icono de la gente y transita en una devoción que no cesa de crecer.
La obra paradigmática de Miguel Ángel González Jurado es, sin lugar a dudas, María Santísima de la Caridad. La hermosa imagen mariana que en 2016 cumple veinticinco años, ha trascendido a su hermandad para erigirse en el referente de una generación que se ha venido a caracterizar por su veneración a una Mujer entre las Mujeres que, nada más ser bendecida ya poseía la unción que transfigura el radio temporal.
Por su parte, la obra mariana de Francisco Romero Zafra (probablemente, el imaginero del momento) encuentra en María Santísima del Rocío y Lágrimas uno de sus claros exponentes. La Dolorosa de la Hermandad del Perdón, no solo muestra las características de esa fase de la trayectoria del autor, sino que, al igual que las anteriores, se ha tornado en un referente en época contemporánea.
Fotos Antonio Poyato
Recordatorio Seis miradas para soñar la Semana Santa