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lunes, 29 de febrero de 2016

Candelabro de cola: El costal, el martillo y la prueba del algodón


Estaba hace unos días en casa de unos amigos de tertulia cofrade resolviendo toda la problemática de la Semana Santa entre cafés y pestiños (aclaración: cuando hablo de pestiños me refiero a dulces, no a los artículos cofrades que firma mi bien amado Luís Jesús Miranda). Ineludibles los temas estrella de esta Cuaresma: la solución del Lunes, Miércoles y Jueves Santo a la Estación de Penitencia en la Catedral, la relación entre Cofradías y ayuntamiento, las lógicas comparativas con Sevilla en algunos puntos -que, por cierto, vaya pedazo políticos hay también allí metidos en el consistorio entre socialistas, podemitas y comunistas- y demás-... En fin, nada nuevo bajo el sol.

En algún momento reparé en el dvd que  el anfitrión de la tertulia había puesto en algún momento para crear "ambientillo" a la charla y me quedé observando un buen rato las imágenes. ¡Cómo ha cambiado el tratamiento audiovisual de las Hermandades! Cada Cofradía que aparecía en el televisor mostraba directamente un plano del respectivo paso avanzando poderoso entre la multitud del público congregado en las calles. Ya no se estila enfocar a los nazarenos que abren el cortejo o las insignias más destacadas de la Hermandad. Los planos de los Titulares son más bien escasos: en el caso de los palios tiene usted suerte si al terminar la grabación  ha sido posible ver siquiera de cerca la cara de la Dolorosa. Ahora lo que cuenta es el movimiento de varal y bambalina, el plano que muestra el sutil avance del costero del paso por una calle estrecha que es salvada sobradamente por capataz y costaleros. También, para mi completa estupefacción, el recuadro que se abre en un plano inferior de la imagen principal para que el espectador se recree detenidamente las instrucciones que da el responsable de la cuadrilla así como los gestos que el mismo hace, mientras sus auxiliares fuman o hablan por el móvil delante del paso sacando pecho como buenos palomos. Por supuesto no podían faltar los minutos de gloria para los discursos tanto innecesarios como inaguantables que viene siendo norma "chuparse" antes de cada levantá en tantas Hermandades. Y todo esto es lo que se ve que vende: ahí tienen la prueba del algodón que, como bien decía el mayordomo del anuncio, no engaña. 

Todo esto es lo que a mí me lleva a convencerme de que, irremediablemente, nosotros mismos nos vamos a acabar cargando el mundo de las Cofradías desde dentro. Lo decía la pasada semana un Hermano Mayor de una Cofradía trianera: "las charlas de formación de la Hermandad vacías, los conciertos llenos". Sigamos pues dando incienso al costal y al martillo, a ver dónde acabamos.

Marcos Fernán Caballero





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