Suspira el querubín por los que se dejan, por los que realizan y por los que firman, mientras recuerda antiguas leyendas que le recita Bécker escondido en una nube negra para que nadie sepa quién es ni de quién habla, mientras le hacen rozadura las gotas de agua que están escarchadas pero sabe que el roce hace el cariño y a veces hasta lo rompe para siempre.
Suspiros alados por esos presupuestos ajustados a las necesidades que hay que enseñarles a los hermanos para que no protesten mucho, aunque sean unos pocos euros menos los que cueste la banda y aunque tengas otro mejor guardado en la caja fuerte para que nadie se entere que lo tenías y preferiste el postín.
Suspira el Ángel porque sabe que la leyenda de la banda gratis nació de una historia real en una tarde de domingo soleada y como no hubo eclipse el hermano más grande se deslumbró. Y ahora sigue pensando si entrega la cofradía entera a uno de sus capataces, llama a otro, echa al que hay o llama a un cuarto que es segundo y se las da de primero.
Joaquín de sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Stop desahucios